Camilo Casadiego: Esto-vi en 2025

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Actor, director, dramaturgo, gestor cultural y docente. Lidera la compañía Otium teatro. Es fundador de la red iberoamericana y editorial Circuito internacional de la Joven dirección y dramaturgia. Actualmente es director del grupo representativo institucional Teatro el Torreón de la Universidad Pedagógica Nacional.

La escena teatral bogotana me ha sorprendido con el nacimiento de grupos, obras y dramaturgos. Siento que cada fin de semana se estrena una obra nueva, un texto o un grupo. En Bogotá se respira teatro; hay teatro por todos lados: en garajes, casas, parqueaderos, incluso en Transmilenio vi una intervención teatral. Nos hemos convertido en la ciudad donde el teatro está en cosecha y cada vez el público viene consumiendo y agregando en su canasta familiar una obra de teatro.

Por eso aplaudo este espacio para mirar lo que ocurrió con las obras que se quedaron instaladas en un rincón de mi cabeza, en mi yo espectador, en aquellas que me llevaron a llorar, a pensar, a odiar o a inspirarme para mis futuros espectáculos. Esta lista que expondré a continuación es un ejercicio que hice siéndole fiel al gozo, desde todos los horizontes que percibí desde el lugar de la butaca. Dejé que estas obras llegaran solas y me dijeran: “aquí estamos aún contigo”.

Goodbye / Improvisual Project & Círcula Colectivo / Dirección: David Moncada

Todo el mundo me hablaba de esta obra; incluso un par de voces me dijeron “publíquela”, y pues no lo dudé porque quiero publicar dramaturgas colombianas (la obra está escrita por Alejandra Chamorro). Pero antes de ello decidí ir a verla. El teatro estaba completamente lleno y, desde el minuto uno, sentía el nombre por todos lados: Goodbye.

A mi lado se sentaron dos personas ciegas con audífonos; adelante, una señora emocionada porque la iba a ver por quinta vez. Me llené de expectativas porque nadie se la quería perder, incluido yo, que estaba ahí sentado. Empieza la obra y no pude dejar de ver cada detalle que el equipo creativo había preparado para nosotros. Todo ocurría en un cubo de aluminio; ahí estaba la clínica Goodbye, pero también reposaba una oficina, los secretos de los personajes, la lluvia, la melancolía, el humor negro, la improvisación, el amor y la ternura.

Reí mucho, pero también se me hizo un nudo en la garganta al ver que «Ernesto Pérez» tenía frases que alguna vez dije en la vida y que ahora estaban hechas teatro por este par de artistas magistrales. Si tuviera que escoger mi muerte, iría a Goodbye sin pensarlo. Una obra para abrazar y no soltar.

El lugar del otro / La Congregación / Dirección: Johan Velandia

Las puestas en escena de Johan siempre me han sorprendido. Para mí es uno de los mejores directores del país. En particular, esta obra me acerca a algo que tal vez he evitado inconscientemente: la relación padre e hijo. En El lugar del otro me lo ponen de frente, sin anestesia.

El protagonista, un artista callejero, vive una cantidad de peripecias junto a su marioneta, y dentro de los azares de la vida se cruza con su padre. Todo ocurre en un lugar inexistente aún para los bogotanos: el metro. Pero ese espacio, a lo largo de la obra, se convierte en una metáfora de las batallas que cada quien mantiene en silencio, sobre todo en esa relación padre-hijo. Es una obra impecable en todos los sentidos: escenografía, luz, actuaciones, música en vivo y dramaturgia. Johan siempre se sale con la suya, metiendo el dedo en la llaga. A pesar de que nunca imaginé encontrarme con este tema, pude sentir que uno debe estar en el lugar del otro.

Historia de un disfraz / Teatro R101 / Dirección: Hernando Parra

Desde muy pequeño he sido un gran admirador de Superman, pero nunca imaginé encontrármelo en el teatro. Felipe Botero, con esta obra, me hizo ver una nueva historia de mi héroe favorito. Más bogotano, no tan alto, calvo, con miedo y, sobre todo, un Superman colombiano que por convicción desea ser un superhéroe de acontecimientos cotidianos, que se instalan en las familias populares de nuestro país.

Es la primera vez que veo a Superman con ternura, viviendo en una casa que seguramente puede ser similar a la mía, y escuchando a Superman contar su historia desde su infancia. Para mí, esta obra me hace creer más en Superman, porque se parece a mí, porque podemos ser el mismo personaje que cree que la fantasía y la ficción son una alternativa de escape.

Por otro lado, la puesta en escena es atractiva, limpia, bien actuada, detallista, sutil, sensible, con convenciones recursivas —como los objetos, el mapping, el sonido— y una dramaturgia envolvente que hace que el espectador viva la obra con intensidad.

El Willy’s / Samadhi Creativa / Dirección y dramaturgia: Erick Bernal

Samadhi Creativa presenta esta obra dando un panorama sobre el vendedor ambulante, uno de esos personajes que se preparan para el azar diario, que venden lo que sea por un bocado de comida. El Willy’s es una obra que habla de un hombre con un carrito de mercado dispuesto a venderlo todo y cumplir cada deseo y sueño.

La obra tiene como eje un tipo de parqués o juego de azar con un dado que determina el rumbo del personaje. Es un unipersonal muy bien estructurado en el que Erick Bernal nos lleva por una experiencia sensorial, discursiva y sagrada, a través de personajes esperpénticos, tal vez disparatados, pero con una profundidad social, delicada y necesaria. Desde mi yo espectador disfruté cada escena, cada diálogo y cada personaje creado por un solo actor que escribe, dirige y se lanza a la tabla a contar estas historias llenas de magia.

La procesión va por dentro / Insomne Teatro / Dirección: Angie Carrillo

Cada vez me sorprende la versatilidad de Angie Carrillo; es una artista escénica camaleónica. La he visto como actriz, dramaturga y, con la obra La procesión va por dentro, la conozco como directora. Esta obra tiene una particularidad: fue pensada para realizarse en un espacio no convencional, y así lo llevó a cabo Angie con su equipo creativo Insomne, en un conjunto de apartamentos incorporados en una casa antigua del barrio Galerías de Bogotá.

Al llegar a la cita teatral, dividen al público en cuatro grupos, y por estaciones vamos siendo testigos de distintas poéticas de mujeres atravesadas por manifestaciones históricas, íntimas y violentas que han quedado instaladas en la memoria y se han vuelto latentes en el pensamiento colectivo. La vanidad, el encierro, la religión, la seducción… todo ello en distintos cuartos con estéticas radicalmente diferentes, como si este grupo quisiera gritar los dolores que cada mujer lleva por dentro, como una procesión que para la sociedad puede volverse invisible. Este espectáculo da la alusión de que la casa es un útero, y cada una de las estaciones es el nicho de las mujeres del mundo. Un espectáculo cuidado que merece larga vida.

Preludio para un adiós / Alejandra Guarín, Patricia Rivas y Angie Carrillo / Dirección: Alejandra Guarín

Cuando menciono esta obra dentro de las más sobresalientes del 2025, lo hago con la convicción de que es una obra realista muy bien cuidada, desde cada uno de los elementos escenográficos hasta la poética de las actuaciones. Alejandra Guarín nos ubica en un drama familiar que pone en conflicto a una madre que mantiene el dolor de la pérdida de su esposo y que carga con los años, y una hija que busca el momento preciso para confesarle que está cansada de vivir y que desea suicidarse.

Cada una de las situaciones planteadas genera angustia, dolor e incomodidad, hasta el punto de que las manos sudan, la saliva se espesa y las lágrimas salen sin mucho esfuerzo. Es una obra que, de principio a fin, deja al público sin aliento, paralizado, incluso con la sensación de que alguien debería levantarse de la silla e impedir la tragedia que teje el espectáculo. Estuve al borde de hacerlo, pero me ganaron las ganas de llorar.

Veneno / Teatro Nacional / Dirección: Manuel Orjuela

La escritura de Carolina Cuervo cada vez me resulta más fascinante. Es otra de las mujeres versátiles de la escena teatral colombiana, y con su obra Veneno nos deleita de una manera cómica, pero a la vez cruel, con el tema de la amistad y la envidia. Es un espectáculo dirigido por uno de los mejores directores del momento, Manolo Orjuela, que con tres sillas y dos mesas nos hace viajar por la risa durante una hora y veinte minutos.

Cuervo, además de escribirla, también la actúa junto con dos grandes de la escena: Mónica Giraldo y Paula Estrada, en una historia de tres amigas que se aman, se violentan, se confiesan y se agreden con el ánimo de destruir, pero con acciones inmediatas de reparar para mantener viva esa amistad que las une. Veneno es una obra que delata todas las contradicciones que pueden habitar en las relaciones humanas, y nos permite, con la trama, reírnos de nuestros propios actos, que de cierta manera son ridículos. Deseo profundamente que Carolina Cuervo siga escribiendo y que sus obras sigan llegando a los teatros.


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