Foto de Jei Vera
Por Carlos Rojas
Crítico e Investigador / criticarojas@gmail.com / mipuntodevistacritico.blogspot.com
Dentro de la programación del X Festival Teatro Múltiple 2025 —que celebró su quinta edición y se convierte en el primer festival internacional en el Galponcito de Umbral Teatro— aparece una propuesta que merece detener la mirada: Clandestino, proyecto de Púrpura Creactivo, bajo la dirección y dramaturgia de William Guevara.
El montaje se sostiene sobre una escritura escénica poco convencional, rara en el mejor sentido del término: un tejido de imágenes fragmentarias, escenarios imposibles y recuerdos retorcidos que, puestos en tensión, se transforman en una cartografía poética.
La obra se configura como un viaje hacia lo más íntimo del sistema —un espacio que no aparece en los mapas—, donde lo cotidiano se funde con lo onírico y lo personal con lo colectivo.
En esta propuesta, lo arriesgado no es un gesto superficial, sino la esencia del texto dramático: Guevara convoca autos que se estrellan a distintas velocidades, memorias de infancia convertidas en juicios diferidos, lugares que se derrumban o se elevan como en una ruleta absurda de la mente y más allá…
Lo que podría parecer dispersión, aquí adquiere densidad y sentido, pues cada fragmento se enlaza en un viaje sensorial hacia lo reprimido, lo prohibido, lo inasible.
El trabajo actoral de Ferney Niño y del propio William Guevara confirma la solidez de la apuesta. Ambos, se adentran en este universo fragmentado con una entrega que sostiene el discurso y, al mismo tiempo, lo humaniza. Esa capacidad de habitar lo extraño sin romper el vínculo con el espectador convierte la rareza en cercanía y la abstracción en experiencia compartida.
Clandestino no es un espectáculo de fácil consumo. No busca complacer ni ofrecer certezas. Es, más bien, una invitación clandestina a entrar en un territorio incómodo y fascinante, donde el teatro deja de ser relato lineal para convertirse en dispositivo de exploración.
Clandestino, es una obra que se atreve a mostrar aquello que habitualmente no queremos mirar, y que justamente por eso resulta necesaria. Esta propuesta reafirma la importancia de abrir espacios para dramaturgias arriesgadas que, lejos de repetir fórmulas, se atreven a cartografiar lo desconocido.
Porque quizá ahí, en lo raro, lo fragmentario y lo incómodo, se juega la verdadera vitalidad del teatro contemporáneo bogotano y colombiano. Apostemos por él.


