En un mundo donde la basura se acumula más rápido que la justicia, donde la miseria tiene nombre, rostro y hambre, llega a la escena esta obra, una farsa mordaz que pone bajo los reflectores a los olvidados de la ciudad. La obra nos sumerge en un universo donde los límites entre lo humano y lo animal se desdibujan, recordándonos que en las calles la supervivencia es la única ley. En un cambuche rodeado de desechos, un grupo de personajes lucha contra el frío, el hambre y la indiferencia. Pero en esta Bogotá alterna, los perros, las palomas y las ratas han tomado el lugar de los sapiens, reflejando con brutal ironía la estructura de poder que nos rige. Aquí, las élites son aves que planean por encima de la miseria, los perros imponen su autoridad y las ratas… bueno, todos sabemos qué papel juegan las ratas en la sociedad.
Ambientada en plena pandemia, la obra no es solo un retrato de la marginalidad, sino una denuncia de la desigualdad, la violencia estatal y el eterno ciclo de exclusión social. Con una estructura circular que nos devuelve siempre al mismo punto, la obra grita una verdad incómoda: nada cambia para los que nacen en los márgenes.
Lejos del drama convencional, la obra juega con el absurdo, el humor negro y la sátira para construir una puesta en escena que golpea, sacude y cuestiona. Porque, al final, ¿quiénes son realmente las ratas y quiénes las palomas en esta ciudad?
Proyecto de: Artefacto Producciones
Dirección: Luigi Franco García
Dramaturgia: Víctor Hugo Amaya
Elenco: Luz Aguilera, Jorge Ramírez, Felipe Méndez, Duban Prado, Laura Blanco
Una pieza que transporta a la reflexión, hermosa y conmovedora, además de divertida.