La más grande empresa cultural que tiene el país, siempre debe reinventarse y crear nuevos modelos de gestión para hacerse sostenible. El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el único proyecto cultural en Colombia que alcanza en su costo los 25 mil millones de pesos, tiene un responsable. Guillermo Hernández, abogado y gestor cultural desde lo jurídico y financiero, desde 2012 tiene la responsabilidad de manejar las riendas económicas de la marca cultural FITB.
A diferencia de importantes festivales de teatro y artes en el mundo, como el Cervantino en México, el de Avignon en Francia o el Festival de Edimburgo, que se realizan casi en su totalidad con inversión pública, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que está a la altura de estos grandes eventos internacionales, es el único que se gestiona con tan sólo el 20% de su inversión con recursos del gobierno distrital y nacional, y ahí radica la apuesta y el gran riesgo que trae el realizar un evento de esta magnitud.
Para 2014, Hernández acompañado de Ana Marta de Pizarro la directora del Festival, de Daniel Álvarez integrante de la Junta directiva del FITB y un selecto grupo de cómplices, hacen posible este festival con la importante presencia de grandes y numerosas marcas patrocinadoras, con la alianza con la Casa Editorial El Tiempo, y el empeño en que el público bogotano cubra al menos unas 280 mil localidades que ofrece el festival. Este año la desaparición de Ciudad Teatro, con el interés de que el público asista preferiblemente a las salas, la relevante presencia de teatro familiar, la participación de la obra ganadora del I Festival de teatro estudiantil como evento formador de público, la venta de abonos por medio de la página web del festival, que alcanzó a cubrir el 50% de las compras de los mismos, se convierten en algunas de las estrategias que el FITB y su equipo gestor han decidido enfrentar, con el objetivo de dinamizar un proyecto comprometido con el teatro, la ciudad y el país.
El FITB según un estudio que sigue la Universidad de los Andes, tiene la capacidad de impactar a Bogotá de forma económica, transformando cada peso invertido en 4,3 pesos en la economía de la ciudad. Restaurantes, taxis, hoteles, empleos, souvenirs, generan una innegable riqueza a la capital, que paralelo al tener el mejor teatro del mundo en nuestra ciudad, convierte este evento dedicado a las artes escénicas en un gran, pero dispendioso y arriesgado logro para la gestión cultural, no sólo del país si no sus alrededores, trabajando en nuevos modelo de gestión, con la participación de la empresa privada, el apoyo del sector público y la confianza en los espectadores, que hacen que personas como Hernández, tengan claro que en un proyecto histórico y tan importante como el Festival Iberoamericano de Teatro, todos tengamos que ver.