Dramaturgo, actor y docente. Su formación actoral la realizó en el Teatro Libre de Bogotá y la Casa del Teatro Nacional, profundizó sus estudios en escritura dramática con maestros como Mauricio Kartún, Patricia Suárez, Andrés Binetti, Mariela Asencio, entre otros. Becario de la Fundación Williams para la creación del texto Origen estrenado en Buenos Aires, Argentina. Becario del Fondo nacional de las Artes, Argentina en 2021 y 2022. Varias de sus obras han sido puestas en escena y llevadas a formato audiovisual. Entre ellas cabe mencionar algunas como Solo Mia, ganadora al premio Jóvenes Creadores de La Maldita Vanidad, Pasajera adaptada a miniserie, El cazador de auroras puesta en escena en Honduras y Estados Unidos y Felicidad presentada en teatros de Colombia, España, Francia y Bélgica. Fundador de Teatro Pedagógico Para La Infancia.
A alguien le escuché decir que ir al teatro es como ir a pescar, no se sabe con qué te vas a encontrar, pero siempre vas con la ilusión de salir con la chistera llena.
Este año fui una y otra vez a los mismos cinco o seis teatros, como quien recorre los mismos caminos por temor a perderse. Parece que quise pescar en lugar seguro porque cuando cambié de pozo (o de teatro en este caso) las cosas no salieron tan bien como esperaba.
Y aunque fui a pocas salas, el teatro en Bogotá, en el 2024, siguió presentándose aun cuando se quemaban los cerros, cuando se agotó el agua, cuando se inundó la ciudad, cuando la inflación subió, cuando bajó (¿bajó?), cuando mataron unos soldados en el Cauca, cuando violaron y mataron a tantas en tantas partes, cuando la selección masculina de fútbol ganó y también cuando perdió, cuando bombardearon y volvieron a bombardear. El teatro sigue ahí porque siempre hay alguien con el deseo de hacer algo sobre un escenario, así nadie lo entienda, así la vida sea una mierda.
En las siguientes líneas dejaré algunas reflexiones sobre (Esto-vi) mi pesca del 2024 en Bogotá.
La errante: una madre coraje / Victoria Hernández – La Puerta Abierta y Ponte Tra Culture / Direccion: Gianluca Barbadori
Este es uno de los tantos unipersonales interpretados por mujeres en el circuito teatral de la ciudad en 2024.
Una mujer (que es y no es Victoria Hernández) sola, una vendedora de armas, de almas, de dolores, de tesoros en tiempos difíciles. Una nueva versión de la mujer que Brecht hizo tan famosa entre las fronteras de una guerra europea. Ahora en Bogotá, en el siglo XXI con su voz ronca, aguardientera y llena anécdotas que pretenden (¿o no?) conmover a quien se atreve a escucharla. Sus palabras hablan del mundo, de Colombia, de hoy, de lo que significa ser y hacer la calle en esta ciudad indigente. Ella, llena de coraje, pone en venta lo poco o mucho que dice tener, lo ofrece con tal desparpajo que se intuye alevosía detrás de sus palabras.
Después, la misma mujer (o tal vez otra que es la misma, pero habla distinto, que ve al mundo con los mismos ojos, pero desde otro lugar) aparece en el escenario para recordar que todo tiene más de un punto de vista, que nos engañamos cada vez que anulamos el punto de vista de otra persona, por más lejana o cercana que sea a nuestros corazones.
Y en ese intercambio de mujeres, la una y la otra nos revelan algo de nosotros mismos, de nuestro amor a la vida, a la propiedad, a la muerte (la del otro, porque toda propiedad es bella hasta que la muerte se hace propia). Una y otra entran y salen de escena, una y otra nos confrontan, nos recuerdan que el arte es amor, pero también confrontación, pregunta, chispa, vida.
Desde esa noche, la noche en que ví Una madre coraje, veo a muchas de ellas andando y desandando esta ciudad. Sospecho que miran y cuestionan a quienes nos atrevemos a caminar solitariamente las calles bogotanas.
Perdida en la mancha / Mónica Giraldo / Direccion: Mónica Giraldo
Mónica Giraldo sola, como Victoria Hernández.
Otra mujer sola, sola contra el mundo, contra la modernidad, contra las novelas de caballería, contra la pereza de leer. Ella sola, solamente armada de su presencia escénica y el mar de palabras que es El Quijote. Ella, que dice estar perdida, pero en realidad sabe muy bien en dónde está parada. Una historia que conocemos desde la infancia, una historia que nos han contado a medias porque todo el mundo sabe quién es Don Quijote aunque nadie haya leído su historia. El ingenioso hidalgo decide un día convertirse en caballero aunque no tenga nada para serlo. Ahora ella sola decide pronunciar palabra a palabra lo que Cervantes escribió hace más de 400 años aunque a nadie parezca importarle. ¿Para qué contar esta historia si todo el mundo la conoce? ¿Para qué contarla sobre un escenario si Google te la resume en menos de un minuto? ¿Para qué retar a la memoria? ¿Para qué seducir la vida que subyace en las palabras?
Ella se desborda, toma las palabras textuales de los primeros capítulos de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y las hace propias, las dice una a una con la gracia y la gentileza que pocos profesores de literatura han sabido darle. Con el humor, el tan querido humor que puso Cervantes en su texto y que pareciera ser negado una y otra vez en las clases de español y literatura.
Mónica Giraldo sola, como La madre coraje de Victoria Hernández, como las otras mujeres que se paran cada vez más en solitario sobre los escenarios. Otro unipersonal interpretado por una mujer.
Prima Facie / Teatro Nacional / Direccion: Nicolás Montero
Cristina Umaña sola, como Mónica Giraldo, como Victoria Hernández.
En esta ocasión la mujer está en un escenario mucho más grande, su soledad es más evidente. El carácter del personaje está delineado por la capacidad de ser una mujer abogada profesional, decidida, capaz de hacer muchas cosas en un mundo de hombres. Todo esto en la primera parte de la obra, del relato, porque relata, cuenta, narra. Después ya no es más esa mujer decidida. Pasa el tiempo, la historia avanza y ella ahora está llena de miedo. El terror se apodera de aquella mujer que se jactaba de ser una líder en un mundo de hombres, pero el mundo de hombres la traicionó (o tal vez no fue así, tal vez solo le dio lo que siempre le prometió: dolor, engaño, violencia). Una obra sobre el sufrimiento. Un acercamiento a la intimidad de saberse herida y la incapacidad de defenderse. Ella, la protagonista, la mujer sola, conoce muy bien la estrategia del contrincante, ella ha sido ese contrincante, ella ha sido quien ha negado en el pasado la posibilidad de darle voz y reparación a la víctima. Ahora ella es víctima y sabe muy bien que nadie le creerá, que por más que use sus conocimientos en derecho todo está diseñado para que una violación no sea una violación, para la víctima no sea una víctima.
Una obra necesaria. Lástima que en la puesta en escena llueva durante varios minutos (¿es indispensable?), justo en la misma época en la que todos ahorramos agua por la sequía.
El cadáver de pensarte / Pablo Velásquez Urzola y Púrpura Creactivo / Direccion: William Guevara Quiroz
Camila Valenzuela sola, como Cristina Umaña, como Mónica Giraldo, como Victoria Hernández.
Aún me sorprendo al escuchar ciertas personas diciendo cosas como “¿Qué bueno el monólogo de Camila sobre Manuelita Sáenz, no?”. Porque evidentemente no la vieron, o la vieron y no prestaron atención o, en el peor de los casos, la vieron, prestaron atención y no les importa en lo más mínimo lo expresado sobre el escenario. Y es que Camila (o Manuela, o las dos) lo dicen y lo repiten: a Manuela Sáenz no le gustaba que le dijeran Manuelita.
Manuela y Camila son la mujer que monta el caballo, el escenario. Galopan por la memoria de un país que convirtió a Manuela en un apéndice, un pedacito del libertador. Entre pesados telones y una luz cálida y suave Camila es Manuela, pero también es Camila hablando con Manuela y también es un poco Pablo Velásquez (el autor del libro en el cual se basa la obra) y otro poco William Guevara Quiroz (su director). Estas múltiples voces aparecen, se cruzan y viajan en el tiempo para contar la historia de Manuela, su relación con Simón, el país, la política, los hombres, los viajes, el ser mujer, el amor, la pasión, sus cartas. Son tantas y tantas cosas como querer cruzar la cordillera a caballo, pero Camila lo hace parecer fácil. Ella guía al público como la Generala de un ejército que regresa feliz tras la victoria.
Qué bueno es saber que existieron mujeres como Manuela, que existen mujeres como Camila y que se hacen obras que exaltan la belleza de lo simple.
Hay que matar a Treplev / Compañía bogotana de teatro Combo y Salva al gato teatro / Dirección: Juan Bilis
Tan divertido que es sentirse retado cuando se va a ver una obra de arte. Confieso que de las últimas puestas en escena sobre La gaviota que se han hecho en Bogotá esta es la única a la que fui, a la otras les huí por temor al aburrimiento. No es que las obras de Chejov me parezcan malas o aburridas, pero los montajes que vi hace algunos años mataron toda la emoción que me provocó su lectura en épocas de estudiante. Esa intención de parecer rusos del siglo XIX caminando por paisajes que ni remotamente se parecen a Colombia, a un ritmo pausado y exageradamente vocalizado intentando mostrar que entienden las ideas que subyacen a los parlamentos de Chejov mató buena parte de mis ganas de ver cualquier montaje de La gaviota.
Sin embargo, Hay que matar a Treplev es seductora desde el título. Al inicio te recuerdan que lo que estás a punto de presenciar es una obra de teatro y que aunque se llamen Mascha, Irina, Trigorin, Nina, etc, los actores no son rusos, ni hablan en ruso, ni la obra se está presentando en Rusia a público ruso. Gracias por hacer del teatro un juego de convenciones del que todas las personas en la sala hacemos parte. La obra es tremendamente irrespetuosa con el autor de La gaviota y, aun así, no deja de ser un homenaje a Chejov, sus premisas de escritura dramática y narrativa. Los actores juegan, bailan, cantan, hacen más teatro dentro del teatro del que está propuesto en la obra original. Bilis se pone en el lugar de Treplev, reta al autor, al arte teatral, saca un arma y (siguiendo los buenos consejos de Chejov) la dispara. Si usted está leyendo esto y no la ha visto, vaya apenas vuelva a cartelera. Vaya y disfrute del juego de hacer teatro (porque el público hace muchísimo en ese juego) y de las bellísimas actuaciones… Me permito destacar la entrañable interpretación de Mascha.
Todos somos Poe / Átomos Teatro / Dirección: Diego García Morales
Los payasos son necesarios, su presencia (tan estúpida e inútil) se ha convertido en algo de vida o muerte para mí.
Los payasos de Átomos se metieron con un clásico del terror, Edgar Allan Poe, y salieron victoriosos. No paré de reir y asombrarme con cada detalle que enriquece esta puesta en escena. Cuatro idiotas que hacen parte de un club de lectura de terror, pero se asustan por todo, que dicen ser expertos en Poe, pero no lo son, que intentan dar miedo, pero solo hacen el ridículo. Y así, siendo unos magníficos idiotas, logran transmitir algunos de los cuentos de Poe con precisión y poesía. Dije cuatro, pero en realidad son cinco. Van acompañados de un músico que les sigue en cada idiotez, que por momentos se vuelve invisible para ser solo sonido y, de repente, aparece gracias a algún payaso que lo menciona y lo deja al descubierto, en ridículo, como buen payaso.
Los cuentos de Poe son geniales, sencillos y aterradores al mismo tiempo. En esta obra, esta estúpida y sensual obra, siguen siendo geniales y sencillos porque lo aterrador queda en el plano de la reflexión. Lo aterrador sucede cuando advertimos que esos cuentos, con los que nos acabamos de reir, tienen un espejo en el mundo real. Y a los de Átomos no les importa mencionarnos eso, nos tiran los cuentos en la cara como pasteles de número payaso de quinta y se van para que cada espectador haga con esa información lo que mejor le parezca.
Stov Dust Hokori / Sew Flunk Fury Wit (Dinamarca) / Dirección: Jesper Pedersen
No me perdonaría hablar de lo que vi en este 2024 sin mencionar, al menos, una obra del Festval Internacional de Artes Viva – FIAV. Es que a pesar de muchas dudas, resistencias a la forma en cómo se realizó el festival y las diferencias entre algunas personas del sector teatral, a mi parecer, el festival fue hermoso. Lo digo porque cada quien habla del baile según como le fue y a mi me fue muy bien, vi muchas obras, fui feliz, me sentí en mi época de estudiante cuando llegaba el Festival iberoamericano de Teatro de Bogotá. En una semana fui todos los días a ver obras muy distintas entre sí. La alegría de ser espectador de un gran festival internacional.
Decido hablar de Stov Dust Hokori porque fue una de las primeras entradas que conseguí. Fuí porque la reseña decía “Ópera. Un actor, una soprano y cinco marionetas” esos recursos escénicos llamaban mucho mi atención. Quería ver qué hacían, cómo combinaban estos lenguajes escénicos. Creí que sería un espectáculo de gran formato, pero cuando llegué al Julio Mario Santodomingo me di cuenta de que la obra sucedía en el Teatro Estudio, sería una obra de pequeño o mediano formato.
Así fue.
Una obra íntima, llena de sutilezas.
La cantante apenas alumbrada por una pequeña luz y su voz llenando el espacio, los gestos mínimos de las marionetas (todas manipuladas por un solo actor) y un espacio que jugaba con las sombras, los objetos y los rostros distorsionados.
Los daneses vinieron a hablar del fin del mundo, del desastre, el apocalípsis. Hay una historia que se deja entrever, pero en la dirección resalta la poesía de la imágen, de la voz cantada, de la manipulación de unas marionetas que tal vez fueron humanos pero se han deformado. La unión de estos recursos termina por enfrentarnos al fin de la humanidad, una obra de la catástrofe, de lo que queda después de la tormenta de polvo. Una experiencia que, a pesar de su belleza, no deja de incomodar al público, de sostener una tensión constante entre las butacas y el escenario.
Lobo / Los animistas / Dirección: Javier Gámez
Sobre Lobo solo debería decir una cosa: vayan a verla. Pero me tomo el atrevimiento de sumar algunas palabras más sobre mi experienca cuando la vi.
La dirección evidencia una sensibilidad tremenda de Javier Gámez para profundizar en diferentes lenguajes y mezclarlos con precisión y poesía. Confieso que desde hace algún tiempo tiendo a rechazar invitaciones a obras teatrales que hablen de la violencia en Colombia, por alguna razón me harté de ver ese tema en los escenarios. Sin embargo, con Lobo la experiencia fue totalmente distinta. Y no es que el relato hable de algo diferente a la violencia en este país, no. Tampoco es que ese tema pase a un segundo plano, no, no es así. Lo que pasa en esta obra es que la historia (el relato) adquiere otra dimensión, trasciende a lugares poéticos en los que el espacio, la luz, los títeres, la música, el baile, las máscaras, el sonido, el volumen permiten elevarla a un plano espiritual. La puesta en escena rememora el rito teatral antiguo, pero con una sencillez y actualidad abrumadoras. Y los pies, los pies del bailarín, por favor, los pies del bailarín.
Medida por medida, la culpa es tuya / Gabriel Chamé (Argentina) / Dirección: Gabriel Chamé Buendia
Otra del FIAV, un torbellino en escena.
Una obra de Shakespeare cuyo texto está en un género difícil de clasificar, pero que este grupo de payasos convierte en una comedia desopilante. Cada palabra en el escenario es expulsada como si fuera la última de sus vidas. Comedia pura y dura, con una actualización de Shakespeare como pocas veces se ve. Un mago que no deja de hacer trucos sorprendentemente inútiles y una tensión con el público que no se suelta ni un instante. La obra reflexiona sobre la justicia, el poder y la moral, pero no es ingenua, no es políticamente correcta, no quiere quedar bien con nadie (¿o tal vez si?).
Los recursos cómicos van desde lo más chabacano hasta el comentario más refinado… y no se para de reír, dos horas en las que el público pide y pide más y los actores están dispuestos a seguir dándolo todo. Con lo difícil que es seducir al público en estos tiempos, este grupo logra que el teatro parezca más un estadio en el que la gente grita, aplaude, ríe y corea como una turba enardecida. Gracias a Chamé y a su equipo por recordarnos que el teatro es fiesta, alegría, risas, estupidez y desborde.
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Muy interesante, sensible y descarado. Quedé con ganas de verlas todas. Ojalá estas reseñas las hicieran cuando aún es posible ir a ver las obras. Gracias.☆☆☆☆☆