Clara Contreras: Esto-vi en 2024

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Directora Teatral egresada de la Facultad de Artes – ASAB, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, con Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, Doctora en Educación de la Universidad Federal de Uberlândia-Brasil. Es docente de la Universidad El Bosque, actualmente coordina el área de investigación en el programa de Arte Dramático de la misma institución, también es docente en el área de voz. Como investigadora ha centrado su atención sobre la formación en dirección teatral, la experiencia, el currículo, descubriendo diferentes metodologías de enseñanza-aprendizaje del arte teatral en el escenario universitario. Como creadora, pertenece al grupo Vendimia Teatro de Bogotá desde el 2003, con el cual ha desarrollado gran parte de su actividad artística ininterrumpida, participa en la colectiva de mujeres de teatro de calle Vale la pena ser callejeras. Su más reciente publicación conjuga su conocimiento desde la práctica y lo teórico de la dirección teatral Presentar-Representar. Cuatro perspectivas en el fallecido ojo de vidrio (2019). También pertenece al consejo editorial de la revista digital brasilera Rascuhnos-Caminhos da pesquisa em Artes Cênicas. 

Agradezco profundamente la invitación de William Guevara, quien, gracias a su incansable labor y dedicación, nos ha brindado la oportunidad de contar con un espacio para reflexionar sobre lo que hemos vivido y experimentado en este año 2024. Siguiendo el compromiso que tengo como docente, me gustaría hablar sobre tres proyectos académicos que, más allá de las fronteras del aula, han logrado trascender y han tenido la oportunidad de ser presentados en distintos teatros, alcanzando nuevos públicos y dejando una huella significativa. 

Y aquí quisiera hacer una pausa importante para resaltar la relevancia de que los trabajos de los futuros profesionales de las artes dramáticas sean promovidos y presentados en diferentes escenarios. Es fundamental que los proyectos académicos tengan la posibilidad de salir del entorno de la escuela, ya que solo así los estudiantes pueden enfrentarse a la realidad del público, conocer las dinámicas de la recepción y ampliar sus horizontes artísticos y profesionales. 

Uno de los trabajos que quiero destacar es El maleficio de la mariposa, una pieza dirigida por Sirley Martínez, docente del programa de Artes Escénicas de la Facultad de Artes – ASAB de la Universidad Distrital. Este montaje es parte de un ejercicio académico que explora el verso y la obra de Federico García Lorca, llevando al espectador a un viaje visual y emocional en el que diferentes insectos de tamaño humano cuentan la historia de una mariposa que, sin saber cómo, entra en el mundo de los escarabajos. La escenografía está llena de elementos ingeniosos que logran transportar al público a un mundo paralelo, donde las emociones de estos seres se entrelazan con las nuestras, revelando comportamientos y reflexiones sobre nuestra propia naturaleza. Además, la directora logra integrar momentos cómicos que enriquecen la puesta en escena, guiando al público a través de diversos estados emocionales, lo que le otorga una gran profundidad y dinamismo a la obra. 

Otro trabajo que quiero resaltar es Concierto sin concierto, un montaje dirigido por Carlos Araque, también académico del programa de Artes Escénicas de la Facultad de Artes – ASAB. En este caso, la dramaturgia es del propio Araque, quien además es un ferviente apasionado de la salsa y ha dedicado años a explorar la relación entre este género musical y el teatro. La obra narra un hecho histórico ocurrido en los años 80: un concierto de la famosa Fania All-Stars en el estadio El Campín, que terminó en caos, con varios heridos y muertos, debido a que los empresarios no cumplieron con el número de artistas prometidos. A través de cinco personajes, el montaje cuenta las distintas perspectivas de quienes vivieron el antes y el después de este concierto, en un ambiente cargado de pasión y desbordada energía salsera. La gran virtud de Concierto sin concierto radica en la manera en que fusiona la actuación con la salsa: los estudiantes construyen coreografías que no solo enriquecen la narración, sino que también capturan la esencia de la salsa como cultura popular, evocando las vibrantes noches de la ya desaparecida Bodeguita del Centro y otros bares icónicos de la ciudad.  

Por otro lado, In the Heights, el montaje musical dirigido por Rubén Montoya y con dirección musical de Daniela Zabala, es otro ejemplo del alto nivel de los trabajos académicos en las instituciones de formación de artistas. En este proyecto, los estudiantes de séptimo y octavo semestre del programa de Arte Dramático de la Universidad El Bosque enfrentan el reto de poner en práctica todas las herramientas de actuación, canto y danza que han adquirido a lo largo de su carrera. Esta producción, que transporta a los espectadores a la Nueva York de los años 70, nos presenta la historia de un barrio latino que enfrenta distintas problemáticas, pero que mantiene viva la memoria del lugar de origen, mientras persigue el sueño americano. La obra es un tributo a la diversidad cultural y a las luchas de la comunidad latina en los Estados Unidos, y refleja cómo el arte puede ser un vehículo poderoso de expresión e identidad. 

En el momento en que escribo estas palabras, las temporadas de estrenos del programa de Arte Dramático de la Universidad El Bosque y de la ASAB se encuentran en su punto más álgido. Es fundamental apoyar y asistir a estos estrenos, pues detrás de cada uno de ellos hay un gran esfuerzo y dedicación de los estudiantes, quienes nos ofrecen un vistazo al futuro de la escena colombiana. Es también indispensable escribir sobre estos proyectos, ya que, a través de la crítica y el reconocimiento, podemos contribuir a fortalecer el panorama artístico y teatral del país, permitiendo que el talento joven y emergente se visibilice y continúe desarrollándose. 

El futuro de las artes dramáticas en Colombia está en las manos de estos estudiantes, y es nuestra responsabilidad apoyarlos y darles el espacio que merecen para crecer y mostrar su trabajo. Solo así podremos garantizar que el teatro colombiano siga evolucionando, ofreciendo nuevas voces, perspectivas y formas de contar historias. 


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