La Monogamia de Marco Antonio de la Parra

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Publicado en En conjunto. Teatro Latinoamericano
Por Rey Pascual

Desde que Marco Antonio de la Parra diera a luz su obra teatral Matatangos, disparen sobre el zorzal, en 1975, su extenso trabajo dramatúrgico le ha convertido en uno de los autores chilenos más reconocidos, publicados y representados hasta la fecha. Su formación como psiquiatra, profesión que comparte junto a la escritura, ha dotado de una profundidad clínica a sus conflictos y personajes. Hace un año exactamente al releer Infieles (1988) para un comentario, registraba que De la Parra escribe el presente en pasado, en el recuerdo y sobre él, mezclando ficciones y realidades que terminan fungiéndose en una única y mítica recreación de la mente humana y de sus procesos. En esta oportunidad me acercaré a otra de sus piezas: Monogamia, fechada en 1999 y estrenada en Buenos Aires al año siguiente bajo la dirección de Carlos Ianni; y que comparte con Infieles una trama entrelazada, donde uno de los personajes vuelve a cobrar vida años después, arrastrando todos los sucesos de la obra anterior.

Desde el punto de vista temático, su escritura responde a tres pesquisas fundamentales. La primera acude a la revisión de la historia social chilena, en particular la memoria popular y su contexto. Una segunda línea realiza un corte transversal a la clase media chilena de finales del siglo XX y principios del XXI, en pos de sacar a la luz los engranajes de las tensiones que la mueven: sus odios, traiciones, sus visiones políticas, sus amores, sus secretos, etc. La tercera, por su parte, se ha encargado de revisar la iconografía cultural y recrearla, poniéndola a convivir dentro del fenómeno chileno contemporáneo.

Toda la pieza es un gran test, una gran pregunta al lector, sobre la(s) manera(s) correctas, incorrectas y actuales de amar; poniendo a discutir la fidelidad y la monogamia como valores morales actuales, al tiempo que entre risas aparecen punzantes reflexiones en torno al matrimonio, la legalidad, la crianza, la vejez, etc. Una comedia ligera que resume el encuentro de dos exitosos hermanos, tras años de no verse, quienes se enfrentan al dilema de sus propias relaciones de pareja. De un lado Juan, moralista, monógamo, de excelente posición, un hombre sin problemas laborales, económicos, etc.; cuyo único infortunio radica en que por primera vez ha sido puesta a prueba su determinación de seguir siendo fiel a su esposa. El troque sucede cuando aparece una muchacha de veinte años, amiga de su hijo, que hace despertar sus deseos carnales. Del otro lado Felipe, publicista y poeta de clase media, es la versión del Felipe de Infieles, años después, que acude a la cita ante la súplica de su hermano. Además del rencuentro, signado en todo momento por antiguas rencillas y reconciliaciones, ambos terminan descubriendo y descubriéndose como vacíos, vividores de vidas a medias, estáticas. Su decisión final:
¡Vivir!

A diferencia de Infieles, en Monogamia, la estructura se ordena en un único acto y una única escena, donde con ritmo acelerado se van sucediendo como disparos las intervenciones de uno y otro. Dentro de esta progresión, hay que denotar que aunque el texto avanza, la acción permanece fijada en una misma posición, la de ellos sentados a la mesa. Además de no incluir anotaciones de movimientos fuera del espacio donde están, De la Parra desarrolla una conjunción entre el modo temporal y rítmico en que sus personajes hablan, para organizar fragmentos coreografiados de parlamentos, en los que por lo general un personaje inculpa o señala (Juan) y el otro se escuda, enfrenta, o no hace caso (Felipe). Entre ellos circulan, alternativamente, anota el autor en la primera didascalia, el amor y el poder. Este juego lingüístico, estará presente durante toda la lectura y es quizás el elemento de más peso en la generación de los gags y momentos de humor que el texto contiene.

Felipe: Y yo siempre.
Juan: ¿Por qué?
Felipe: ¿Por qué, qué?
Juan: ¿Por qué siempre llegás tarde?
Felipe: ¿Y vos por qué nunca llegas tarde?
Juan: Porque soy puntual…
Felipe: Yo nunca fui puntual… ¿Por qué iba a serlo ahora?
Juan: Porque te ibas a encontrar conmigo.
Felipe: Siempre llego tarde… sabés que siempre llego tarde.
Juan: Sí, cómo no lo voy a saber.
Felipe: ¿Y si sabés que voy a llegar tarde por qué llegás a horario?
Juan: Yo también llegué tarde.
Felipe: ¿Entonces?
Juan: Siempre me ganás, siempre. Llegaste después.

Lo cómico se muestra también desde la misma situación teatral. Los dos personajes, todo el tiempo sentados, con cariños y rechazos, con burlas y dejadeces, intentan todo el rato mantener una apariencia de sobriedad que contrasta con su diálogo común y popular. Así, o la situación o el personaje, se tornan absurdos, patéticos. Para el dramaturgo el humor reside en el contraste.

El autor de Lo crudo, lo cocido, lo podrido (1978); Lindo país esquina con vista al mar (1979); La secreta obscenidad de cada día (1984); King Kong Palace o El exilio de Tarzán y Dostoievski va a la playa (1990); y La vida doble (2014); entre las más de cincuenta piezas teatrales que ha creado; realiza en casi todas sus obras, un paneo por los motivos y conflictos internos del ciudadano chileno. Personajes que son capaces de amar y odiar, personajes comunes, con vidas ficticias, meticulosamente elaboradas, pero que sólo han de vivir en las ficciones que se les escribe.

Monogamia sucede en un día que es cualquier día, en una ciudad o país que es cualquiera y, es precisamente en esa indeterminación donde radica el hacer a los personajes, los maniquíes con los que el dramaturgo explora la mentalidad humana. Para ellos el pasado existe, no como algo de lo que aprender, sino como una fuente que brinda los motivos para insertar breves anécdotas o subconflictos. Sus vidas son referidas, mencionadas apenas desde la distancia del recuerdo. Lo único que logran al final, es rebelarse (o así hacerlo parecer) contra la vida que han llevado. Este procedimiento es común en De la Parra, quien es colaborador cercano de Conjunto y participó en la Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral 2006, donde impartió el Taller Dramaturgia de la imagen (Poética del sueño, el muñeco, el objeto, el movimiento, la composición como estructura dramática) y presentó la puesta en escena La secreta obscenidad de cada día. Es uno de los dramaturgos chilenos con más presencia en la revista, tanto en textos publicados como en notas y reseñas.

Felipe reaparece tras años y la ficción de Infieles recobra vida, pues él se ha casado con Andrea, la mujer con quien engañó a Daniela su anterior esposa; y durante el transcurso de la obra va a ir descubriendo el que su hermano casi se acuesta con Andrea. Para Juan, sucede también de forma similar. Aunque su ficción aparece con este texto, los halos de la infidelidad le tocan de cerca. Ya intentó ser infiel, ha descubierto que su mujer está enamorada de Felipe y se debate entre mantener la monogamia como postura y fachada de clase, o darse al amor carnal de una jovencita. Cada uno es el extremo del otro.

Monogamia es un texto que habla de las infidelidades, de las creencias, de los principios. Es una obra teatral que propone mirar analíticamente nuestra biografía y detectar cuántas veces hemos sido infieles, a la pareja, a las convicciones, a la tradición, a la moral. Es el rencuentro con un autor dramático incansable, que sorprende con cada nuevo texto y que, como si fuese un tratado de neurociencias, disecciona los conflictos y las sombras del ser humano, sin que deje de reír o llorar.

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