Carolina Vivas, entre el Umbral de la tradición y las nuevas generaciones

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Fragmento de foto tomada por Andrés Uribe.

Por Carlos Moisés Ballesteros P.

Dramaturgo, director teatral y columnista 

Artículo escrito en el marco de la Beca de periodismo y crítica de las artes 2022 – 2023 que hace parte del proyecto ganador Hacía una mirada panorámica de la evolución de la dramaturgia bogotana y sus principales protagonistas, a través de la historia del Festival de teatro y circo de la ciudad de Bogotá.

Uno de los episodios más relevantes de la dramaturgia bogotana contemporánea, sin duda alguna tiene que ver con las prácticas y los modelos de funcionamiento de uno de los grupos más reconocidos de la escena de la ciudad y del país. Se trata del grupo Umbral Teatro y de su dramaturga y directora (¿), Carolina Vivas Ferreira. Su trabajo constituye un legado trascendental para un nuevo teatro que se empezó a gestar en la ciudad hacia los años noventa, cuando aparecieron diversos proyectos de observatorio y formación en escritura para teatro, como el Taller nacional de dramaturgia, organizado en 1996. Del espacio hicieron parte figuras de enorme importancia para nuestro teatro como Víctor Viviescas, Rodrigo Rodríguez, Henry Diaz, Farley Velasco, Pedro Miguel Rozo, entre otros. Estos autores tuvieron el acompañamiento de maestros como Michael Azama, José Sanchis Sinisterra, Marco Antonio de la Parra y Mauricio Kartún. De esta experiencia es producto un documento muy importante para entender la dinámica de estos años, publicada en la revista Gestus, centro de documentación escénica. Obras como La que no fue; De peinetas que hablan y otras rarezas; Donde se descomponen las colas de los burros; y Gallina y el otro, robustecen el amplio legado creativo que serán objeto de observación y reflexión dentro de nuestra mirada al Festival de teatro y circo.

Carolina Vivas, además de contar en su experiencia con la participación en el Teatro La Candelaria como actriz, en la década de los años ochenta, y de ser parte del Taller permanente de dramaturgia del maestro Santiago García, participó de estas prácticas organizadas en paralelo, que son base fundamental para todos los procesos de formación en dramaturgia que se empezaron a desarrollar en la ciudad durante los siguientes años. Punto Cadeneta Punto, Taller metropolitano de dramaturgia, espacio que lidera Vivas, es uno de los epicentros más importantes de formación y acompañamiento en el aprendizaje de la escritura teatral. Carolina Vivas, no solo ha desarrollado aportes significativos a través de una dramaturgia en busca de una voz personal que recupera la tradición de la creación colectiva sino que ha explorado la dramaturgia a través de la formación, permitiéndose contagiar de toda esta respuesta masiva de nuevos autores en busca de la recuperación del texto dramático como uno de los ejes de la creación y constitución del espectáculo teatral.

Con 32 años de trayectoria, Umbral teatro se ha convertido en uno de los grupos referentes del teatro colombiano gracias a que ha desarrollado diversas prácticas creativas que no solo apuntan a preguntas de investigación al interior de sus laboratorios, lo cual, desde luego, también es asumido con responsabilidad y disciplina, sino que sus búsquedas se mantienen en un constante compartir con otras generaciones de creadores en el campo de las artes escénicas. Después de más de tres décadas de trabajo constante, Vivas y su equipo de trabajo cuentan ya con tres publicaciones en donde se compila el trabajo que a lo largo de estos años se ha desarrollado al interior del grupo (Teatro de lo sútil, Dramaturgia y presente y Teatro y País).

Vivas es un engranaje muy importante para comprender la transformación del teatro actual de la ciudad, ya que las prácticas desarrolladas por su equipo constituyen una labor que ha sido gran embajadora del método de la creación colectiva, desarrollado por el maestro Santiago García al interior del Teatro la Candelaria. No obstante, su labor, no se ha limitado a entender y trabajar dicho método. Su trabajo, uno de los más rigurosos de aquellos actores que, antaño hicieran parte de La Candelaria y posteriormente decidieran adelantar procesos aparte, da cuenta de sendas preguntas investigativas que rodean su trabajo y que han permitido que la obra de Vivas sea en sí, una radiografía muy fina de la realidad y del presente de nuestro país.

Una sola investigación, varios productos escénicos.

“Gallina: Me pongo en peligro

Y ahí estás,

al asecho

animal vigoroso

aquí estoy

Ataca…

Qué guerra fue limpia

para que te llamen sucia

Cada vez que matas.” Gallina y el otro.

La dramaturgia de Carolina Vivas, como es frecuente en la tradición del teatro colombiano, suele estar ligada a una práctica en la cual la tarea dramatúrgica suele desembocar siempre en que las puestas en escena, sean llevadas a cabo por el mismo equipo. Tal y como en algunos de los otros casos que hemos mencionado en entregas anteriores, la tarea de Vivas, está ligada al laboratorio con los actores de Umbral teatro, fundamental para la constitución de un teatro y una dramaturgia con rasgos particulares y definitivos de su dramaturgia.

Un rasgo que distintivo, a pesar de las similitudes con otros grupos, es que Vivas es también quien dirije sus propios textos. Esta condición no solo establece ciertos puntos de distancia con relación a la escena como hipótesis final del texto, sino que robustece los problemas de abordaje de la palabra en relación con la puesta. Cuando Vivas adopta solo el rol de la escritura e Ignacio Rodríguez, su par creativo y compañero de vida, se hace cargo de la dirección, algunas de las tareas dramatúrgicas previas al montaje, deben contar con el universo mucho más concreto en sí.

Sin embargo, y en una línea consciente, Umbral es un equipo que se nutre de la bondad de trabajar como grupo y no como compañía. Es decir, dentro del trabajo de Umbral hay un equipo constante que no varía considerablemente entre un montaje y otro, tal y como es más frecuente en el ejercicio profesional de la compañía. Esta característica le ha permitido a Umbral desarrollar una investigación más allá de la obra como producto. Obras como Gallina y el otro y Donde se descomponen las colas de los burros o Rumor (no presente en este estudio) ahondan en las mismas preguntas de investigación y abordan en un sentido estricto, territorios particulares del presente nacional, sin que esto implique una repetición de las resoluciones o dispositivos de escritura que cada una de las piezas adopta.

Detrás de estas exploraciones es posible reconocer una unidad estilística y temática, los pasajes que se van tejiendo en una u otra obra parecieran ser parte de la misma. Sin embargo, etapas muy diferentes de creación van permitiendo que las preguntas muten, que los acontecimientos tomen otro color y que, si bien las circunstancias de partida son las mismas, las de un pueblo en la frontera del peligro, en cada una de ellas, los personajes exploran nuevas situaciones y desde luego nuevos mecanismos para contar.

También en De peinetas que hablan y otras rarezas puede sentirse el modo en que la vulnerabilidad a la que nos ha llevado el conflicto armado colombiano. Aquí es definitivo que la realidad está acercándose a otras instancias y se explora la ciudad como territorio de guerra. Este desplazamiento del campo a la ciudad no abandona, sin embargo, algunos de los rasgos que antaño se exploraran dentro de sus piezas (la premonición, el sueño, el presagio y el presentimiento). Los anteriores no son solo los títulos que anudan la primera de las piezas aquí mencionadas (Gallina y el otro) Son etiquetas que terminan por ser un patrón dentro de sus obras y que le permite progresar en la acción escueta, aportando cierta sutilidad a los actos de peligro inminentes, que se sabe pasarán, pero que van dilatándose para que podamos entender el estado de alerta y conmoción en el que viven sus personajes, esta contrucción que va y viene entre el sueño en la ficción y la realidad construida componen una fotografía vagamente modificada de la realidad de Colombia.

Por su lado, La que no fue, quizás la obra que más se distancia temáticamente y de procedimiento de las otras tres piezas que fueron objeto de lectura, mantiene como eje la realidad y el presente. Aquí la construcción del árbol genealógico de las actrices, el uso del “yo” como material de escritura, plantea nuevos caminos para abordar la escena y desde luego situaciones que no estaban, en un principio en control de Vivas. Pero las preguntas nodales de su trabajo iban a llevar al equipo a encontrar el cruce de caminos entre intimidad familiar y contexto social pertinentes para, de nuevo dar cuenta de un país, a través de una pequeña parte, o dicho de un mejor modo, a través de un collage de situaciones íntimas tejidas con eficacia, llevadas al plano de la ficción por cinco actrices que se inventan en escena.

La paradoja de la realidad y la poesía como respuesta

Es claro que Vivas aborda la realidad y el presente del país como prioridad temática de sus obras. Esta tarea inconmensurable, se encuentra situada en una línea muy peligrosa de abordaje si tenemos en cuenta la proximidad que hay de la ficción con los hechos que podemos encontrar al encender la televisión. Nuestro presente, nuestra actualidad, tiene una enorme potencia histórica, en tanto herida abierta. Considerar que este dolor aún es tan reciente que podría, con facilidad llevarnos como creadores a un territorio maniqueo y populista, y casi por defecto manipulador sobre los episodios, o sea sitúa al escritor en una tarea de gran responsabilidad. La realidad, puesta en los ojos del espectador, no debería tener un efecto informativo o redentor, no se debe escribir para dar respuestas sino para situar plataformas donde puedan aparecer las preguntas. Después de todo, siempre ante estos hechos, estamos ante el dolor de los demás, con rostro claro o sin él. Por tanto, la postura del autor, debe procurar mantenerse en el límite de la creación, para que no se vuelva un juego político de conveniencias propias.

Vivas lo sabe, lo entiende en la teoría y lo aplica en el ejercicio dramático. En algunos aspectos, la contención de esta realidad para que no desborde la ficción es una tarea que paradójicamente hace a la ficción frágil. En la obra de Vivas la construcción de estos territorios de ficción se apoya de pasajes que llevan en sí una carga poética que busca la abstracción como contraparte de esa realidad que se hace difícil de filtrar.

“Personaje: Sin nada que decir por fuera de lo que mi ama programa para mí, me encuentro desde hace rato ya (en?) absoluto silencio” Donde se descomponen las colas de los burros

Para Vivas hay que negociar los episodios de la realidad para poder construir una ficción y entiende que las reglas de la ficción, paradójicamente, son mucho más finas y estrictas que las reglas con las que se ha construido la historia. Por ello resulta necesario contener y a su vez, servir como contenedor de esta realidad, pero encausarla cada tanto como un río. Es decir, como una experiencia que pueda ser representable y, de algún modo, la experiencia del receptor no este mediada solo por el acontecimiento mismo sino por las preguntas creadoras que estimulan más allá de los acontecimientos de terror.

Para no caer en el “abismo”, una de las eficacias de su trabajo, pasa por el rigor de su equipo, que realizan devoluciones muy apropiadas para su desarrollo en escena. La línea es tan fina, que con facilidad, podría malinterpretarse. Pero el riesgo es siempre tan necesario en el camino del artista que la decisión, finalmente, no podía tener otro camino.

Fragmentación como tejido

Para entender un poco mejor los procedimientos de distancia y contención que utiliza Carolina Vivas dentro de sus textos a la hora de abordar la actualidad de nuestro devenir social, podemos revisar una de las estrategias más utilizadas en sus textos, que se puede considerar un rasgo distintivo de su trabajo dramatúrgico. Se trata de la fragmentación, presente en los cuatro textos que abordamos en esta mirada panorámica, pero que también reconocemos de otros textos de Vivas que no obstante, no han tenido circulación por el festival.

Es bien entendido por aquellos que desarrollan la escritura para teatro que tres son los tropos poéticos que se encargan de dar un marco de creación razonable a la construcción dramática. Se trata de la metáfora, la paradoja y la metonimia, de los dos primeros no profundizaremos en esta reflexión pero quien quiera nutrirse de esto puede encontrar un acercamiento muy completo en el texto El oficio del escritor; poner un mundo a vivir, escrito por Mauricio Kartún.  La metonimia, sin embargo, nos compete puntualmente en la obra de Vivas. En términos generales se refiere a contar el todo a través de una pequeña parte. Esta característica es sin lugar a dudas, una de las nociones de las que la dramaturgia no puede desprenderse aun cuando así lo quisiera; el teatro es un ejercicio de anunciar y con ello inferir lo que no vemos. En el teatro de Vivas la fragmentación cumple un papel importante porque a pesar de romper con el esquema de causalidad clásico y de hilar a través de fragmentos, es esta especie de tejido de pequeños fragmentos, lo que posibilita una experiencia que da cuenta de lo que somos como especie en un territorio como el nuestro. El fragmento es pues distancia y acercamiento a la vez, nos alejamos porque así entendemos los sucesos que parecieran desarticularse mientras progresan las acciones de los personajes, pero en un sentido estricto, es esta distancia la que nos permite sentir empatía con aquellos pedazos rotos de realidad que terminan por constituir una puntada sutil de intimidad.

La acotación imposible y el personaje como metáfora.

“Una ventisca furiosa forma remolinos de polvo que danzan en la calle enrarecida, Josefina voltea a mirar y Dévora ha desaparecido, solo queda su sombrero. Josefina lo recoge, mira a un lado y otro. Busca un trozo de espejo en su carro, se pone el sombrero, lo acomoda a su gusto y sonríe en medio de un amanecer en el que el lila se hace rosa.” De peinetas que hablan y otras rarezas.

Para cerrar nuestra reflexión alrededor de la obra de Carolina Vivas, mencionaremos dos efectos de distancia dramática provocados dentro de la obra de Vivas, que buscan continuar con una línea de reflexión alrededor de la necesidad de tratar con pinzas una realidad que es superior a la ficción. Se trata que a pesar de las similitudes de la escritura audiovisual y el teatro, muchos dramaturgos, como es este el caso, no solo contemplan la dramaturgia como un peldaño más en la cadena de creación en busca de la obra de arte, sino que es en sí mismo el texto una experiencia que está hecha para llegar a su receptor como literatura. Esta circunstancia no es menor porque proporciona al texto virtudes que no siempre son susceptibles de llegar a la escena. En Vivas, esta decisión es certera y la podemos rastrear en la forma en que están construidas sus acotaciones, que más allá de su función, buscan otorgar al texto otro territorio posible de enunciación que está más cerca del lector que del espectador. Una especie de acotación imposible emerge para que también, en sentido literario, la obra sea y tenga un lugar propio; el texto en sí, se vuelve también obra de arte dramática y no solo su punto de partida.

Por otro lado, y retomando la importancia de los tropos, el nivel de alcance de la metáfora en la obra de Vivas pasa no solo por el lenguaje de ciertos pasajes de sus obras, tanto en la situación y en el lenguaje, donde hay sendos alcances poéticos que no rayan con la construcción elocuente de cada una de las escenas y que permiten al receptor mantener la conexión con los sucesos. Encontramos también que la construcción de ciertos personajes arroja una mirada poética de enorme alcance, porque traslada la mirada a otros campos narrativos como la Gallina en Gallina y el otro o Mocho, el perro de De peinetas que hablan y otras rarezas, y además está la forma en que se nombran otros personajes como Colombia, la mujer del campesino que ha nacido para ser víctima, en Gallina y el otro o Dolores en Donde se descomponen las colas de los burros. En ambos casos el nombre proporciona eco en la lectura y construyen otra especie de inter-texto comunicador.

“Sale Colombia descalza de un pie, cojea de la pierna vendada. Viene empapada y parece que ha perdido toda dignidad.” Gallina y el otro

La labor de Carolina Vivas es una de las más completas del quehacer teatral de la ciudad, su proyección, desde el principio, ha procurado por la reivindicación del oficio acompañando a muchas generaciones en la formación para la dramaturgia. Muchos grandes autores de la capital y del país han contado con el privilegio de ser parte de los innumerables espacios que se abren alrededor de la dramaturgia, liderados por Vivas en un intento importante por construir voces y no solo por alzar la propia. No cabe duda que muchas generaciones tendrán que ver con la aparición de su teatro, de su dramaturgia y de sus procesos de formación. Vivas, un representante muy importante que ha dejado su legado en su tránsito por el Festival de teatro y circo de Bogotá.

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Puede leer los otros nueve artículos que completan este proyecto, dando clic aquí.

2 Responses to Carolina Vivas, entre el Umbral de la tradición y las nuevas generaciones

  1. Que bonita labor William Guevara, agradezco a Kiosko teatral su aporte fundamental a nuestro teatro. Gracias por tus rigurosas apreciaciones Moisés, sobre el trabajo de nuestros colegas y el mío en particular.

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