Anualmente, el 27 de marzo, la organización mundial para las Artes Escénicas, Instituto Internacional del Teatro – ITI de la UNESCO, invita a teatristas de todos los puntos geográficos a celebrar los que nos une. Los objetivos del Día Mundial del Teatro son promover la forma de arte en todo el mundo, hacer que las personas tomen conciencia del valor de esta forma de arte, permitir que las comunidades de teatro promuevan su trabajo a gran escala para que los líderes de opinión sean conscientes del valor de estas formas de arte y los apoyen, y disfrutar de la forma de arte por su propio bien. Una de las acciones más importantes para la esta fecha es la circulación del Mensaje para el Día Mundial del Teatro, a través del cual, por invitación del ITI, una figura de talla mundial comparte sus reflexiones sobre el tema Teatro y Cultura de Paz.
El mensaje para 2025 es escrito por Theodoros Terzopoulos. Director teatral de fama internacional, nació en 1945 en el pueblo de Makrygialos, en la región de Pieria, al norte de Grecia. Se formó en la Escuela de Arte Dramático Kostis Michailidis (Atenas, 1965-1967) y completó sus estudios en el Berliner Ensemble (Berlín, 1973-1976), mientras trabajaba como asistente de dirección, cerca de Heiner Müller, que fue su mentor; Manfred Wekwerth; Ruth Berghaus y Ekkehart Schall. Director de la Escuela de Arte Dramático del Teatro Nacional del Norte de Grecia (1981-1983) y Director Artístico de los Encuentros Internacionales de Arte Dramático Antiguo de Delfos (desde 1985, 15 años aproximadamente), invitando a muchas figuras destacadas de la escena teatral internacional. Ha sido fundador y director artístico de los Encuentros Internacionales de Drama Antiguo de Sikyon (2005 – 2011) y miembro fundador del Instituto Internacional de Teatro Mediterráneo (compuesto por 18 países mediterráneos) desde 1990. Inspirador de las Olimpiadas teatrales y Presidente del Comité Internacional de las Olimpiadas Teatrales. Desde 1985, año en que fundó el grupo de teatro Attis, y con la representación pionera de las Bacantes de Eurípides en 1986, ha transformado radicalmente la forma de poner en escena la tragedia griega antigua, introduciendo elementos de extrema fisicidad y rituales. Ha recibido elogios locales e internacionales tanto por su inspiradora labor artística y pedagógica en constante evolución como por la promoción de la interculturalidad, entre ellos: Premio Lorca (España, 1986), Premio Stanislavski a la Mejor Dirección (Rusia, 1993), Premio Honorífico de Teatro (Turquía, 2006), Premio a la Mejor Dirección (Festival de las Naciones, Seúl, 1994), Mejor Actuación en ensamble (Pekín, 2011), Premio Internacional de Teatro Yuri Lyubimov (2020), Estrella del Paseo de la Fama de Sibiu (Sibiu, Rumanía, 2024) y el Gran Premio de Teatro de la Asociación Helénica de Críticos de Teatro y Artes Escénicas (Grecia, 2024).
A continuación su mensaje:
¿Puede el teatro escuchar la llamada de auxilio que los tiempos modernos están enviando a un mundo habitado por ciudadanos empobrecidos y encerrados en las celdas de la realidad virtual y atrincherados en su asfixiante privacidad? ¿Puede hacerlo en un universo de existencias robotizadas dentro de un sistema totalitario de control y represión que abarca la totalidad de la vida?
El teatro ¿está preocupado por la destrucción ecológica, el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación de los océanos, el derretimiento de los hielos, el incremento de los incendios forestales y los eventos climáticos extremos? ¿Puede el teatro ser parte activa del ecosistema? Durante muchos años ha sido un espectador más del impacto que hemos tenido los seres humanos en nuestro entorno y se ha visto en dificultades para lidiar con este problema.
¿Le preocupa al teatro la manera en que la condición humana está siendo moldeada y manipulada en el siglo XXI por intereses políticos y económicos, los grandes medios informativos y las compañías que configuran la opinión general? ¿Se preocupa por el papel asumido por las redes sociales que facilitan la manipulación y se convierten en obstáculo, casi insalvable para la comunicación con el Otro?
Un sentido generalizado de temor por el Otro, el Diferente, el Extraño, domina nuestros pensamientos y nuestras acciones.
¿Puede el teatro funcionar como un espacio de trabajo para la coexistencia de las diferencias sin tener en cuenta la herida abierta?
La herida abierta nos invita a reconstruir el Mito. Palabras de Heiner Müller: “el Mito es un agregado, una máquina a la cual siempre se pueden conectar nuevas y diferentes máquinas. Transporta la energía hasta que la creciente velocidad explota el terreno cultural” y, yo añadiría, el terreno de la barbarie.
¿Puede el teatro arrojar luz sobre los traumas sociales y dejar de arrojar luz sobre sí mismo?
Preguntas ciertas que hace Dioniso al teatro cuando pasa por su lugar de nacimiento, el escenario del edificio teatral, y, cual refugiado, continúa su silencioso viaje a través de los paisajes bélicos hoy en día: el Día Mundial del Teatro.
Preguntas que no permiten respuestas definitivas, porque el teatro existe y perdura gracias a preguntas sin respuestas.
Miremos en los ojos de Dioniso, el extático dios del teatro y del Mito, que une el pasado, el presente y el futuro; el hijo de dos nacimientos, Zeus y Semele; la expresión de las identidades fluidas, hembra y macho, iracundo y gentil, divino y animal, en el límite entre la locura y la razón, el orden y el caos; un acróbata en la frontera entre la Vida y la Muerte. Dioniso formula la pregunta fundamental ontológica: “¿de qué se trata?”. Pregunta que conduce al creador a realizar una investigación cada vez más profunda en la raíz del mito y de las múltiples dimensiones del enigma humano.
Necesitamos nuevas formas narrativas cuyo objetivo sea cultivar la memoria y darle forma a una nueva responsabilidad moral y política que emerja de la actual dictadura multiforme de esta nueva Edad Media que vivimos en nuestros días.
Exacto! Estamos en Nueva Edad Media. Lo que llamamos democracia ya no lo es. La decadencia de las propuestas políticas y culturales del Occidente reflejan el ocaso de una civilización. La desconexión entre las élites y los ciudadanos se acrecienta y las propuestas que nos llegan no mueven las consciencias. Ojalá teatro nos ayude a repensarnos, reconstruirnos desde nuestra totalidad, sensibilidad y sentido común que van mucho más allá de los planteamientos ideológicos.
Muy de acuerdo, a través de los mitos antiguos recreados en nuestro presente, encontramos una vía muy directa hacia la interioridad, tanto en la de los otros como en la personal. M.C.
Desde el origen de su nacimiento el ser humano vive el teatro, su esencia misma se mantiene en conflicto entre el nacer, el crecer, querer o no aprender, ser rebeldes cuando la doctrina del costumbrismos nos enfrenta. El teatro es lo que somos, la vida misma es un escenario lleno de actos y escenas; como no convivir con él si actuamos nuestras diferentes facetas segun cada situación presentada en nuestra cotidianidad. Debemos seguir creyendo y no desistir en que el teatro es un pilar que puede salvar y reivindicar la existensia digna de la humanidad.