Foto por Fernanda Rojas
Actor, dramaturgo y director. Maestro en Arte Dramático de la Universidad Central, es el fundador y director general de la compañía Salto al Vacío (@saltoalvacioteatro en Instagram). Como dramaturgo, ha sido publicado, premiado y reconocido por instituciones como IDARTES y la Gobernación de Boyacá, es también profesor de escritura. Como actor, ha participado en montajes de diversas compañías y grupos teatrales del país, recientemente con Exilia2 Teatro, El Teatro de la Memoria y El Último Bunker.
Cuando William me preguntó si quería escribir este año, me paralicé. En ocasiones pasadas, he reseñado obras de colegas para algunos medios escritos, siempre con el temor de decir algo incorrecto que pudiera afectar negativamente su trabajo. Esta invitación me trajo de vuelta a esa sensación. Creo que este miedo es una de las razones por las que el sector de la crítica teatral se muestra tímido; hay tantas dificultades al presentar una obra de teatro, y el público es a veces tan complejo de descifrar, que todo se siente frágil en algún momento.
¿Cómo convencer al teatrista apático que no va al teatro? ¿Cómo atraer a las salas a un público que no ve el teatro como algo valioso, a menos que sea un símbolo de estatus o una forma de entretenimiento pasajero? ¿Cómo luchar contra la apatía? ¿Por qué insistir?
Estas preguntas me acompañaron durante semanas, gracias a la invitación de Kiosko Teatral. Reflexionando, logré encontrar una pequeña resolución a este dilema, y quizá, a alguna de estas preguntas.
Este año, he visto más obras que en cualquier otro momento de mi vida: sesenta y tres, al momento de escribir este artículo. Y gracias a esto, me he dado cuenta de algo importante: no existe una manera objetiva de hablar de las «mejores» obras. Solo puedo hablar de las que más me atravesaron el corazón.
Hablemos desde el corazón, desde la entraña, desde el amor. ¿Cómo me enamoré del teatro? Porque vi espectáculos que me hicieron desear estar en escena, contar historias o llevar a otros a presenciar esas historias. La belleza incita a la creación y a la convivencia; lo bello es más bello cuando se comparte.
Esta es la brújula que me guía para ofrecer las recomendaciones que siguen. Tal vez lo que comparto hable más de mí, como espectador y creador, que de la verdadera potencia de los espectáculos que mencionaré, este ejercicio de recordar me ha hecho darme cuenta de que empiezo a tener una línea “editorial” a la hora de ver teatro. Hay temas, recursos y artistas a los que regreso casi de manera instintiva.
Espero que este pequeño mapa de obras (ordenado sin jerarquía, por puro azar) genere interés en quienes no las conozcan y fomente nuevas conversaciones en torno a ellas.
Gracias, William, y gracias, Kiosko Teatral, por esta invitación. Es un honor estar en esta sección.
Historias de una guerra / Obra de teatro – performance realizada en el Festival Gabo a cargo de corresponsales de guerra en Ucrania del periódico El País, de España / Dirección: Mónica Ceberio y Raúl Fernández de Pablo
A veces, como artista escénico, se me olvida que hay momentos en que la historia y quien la cuenta son suficientes. Se me nubla la cabeza pensando en cómo iluminar, cómo decir, qué poner de utilería, cómo costear una escenografía, un vestuario, qué quiere decir cada elemento en el escenario. Me obsesiona la magia que tienen las tablas de enaltecer y dar significado a todo. Y justo cuando estoy más atrapado en estas preocupaciones, llega algo como Historias de una guerra y me sacude.
Cinco corresponsales de guerra en Ucrania, acompañados por música y una proyección de fondo, comparten, uno a uno, las historias que más los han impactado durante la guerra. Mientras cada uno habla, se proyectan fotos relacionadas con su relato. Entre cada intervención, la música marca las transiciones y separa las historias.
Mis palabras no alcanzan para expresar cómo, a pesar de tanta simpleza, la obra resulta entrañable. Cada historia está construida magistralmente. Cada testimonio ofrece al espectador un panorama inmenso de lo que ocurre en Ucrania. Algo en cada relato conmueve de manera distinta, sin caer en representaciones forzadas, ficciones escandalosas o decorados innecesarios. No hacen llover, no buscan impresionar con iluminación elaborada, no hay maquillajes extremos. Estas cinco historias, a punta de palabra, te confrontan con la forma en que, como especie, enfrentamos la guerra.
La obra te invita a reflexionar sobre lo relativo que es el bienestar y lo frágil de la estabilidad, sobre la dignidad en la adversidad, sobre el amor en el conflicto, sobre el sentido del deber. Estamos siempre a unas bombas de distancia, a unos segundos del impacto, a un cataclismo de ser los protagonistas de estas historias. (Si es que no nos ha tocado ya algo similar: después de todo, vivimos en el país en que vivimos).
La palabra dicha en escena, cargada de verdad, honestidad y franqueza, tiene un poder abrumador. Cuando quien habla siente en cada fibra lo que dice, el efecto es simple y contundente. Para mí, esta obra fue una sacudida emocional, un cúmulo de humanidad en una hora.
Normal / Espectro Doméstico / Dirección: Daniel Medina Chaparro
“Me sentaron en el escenario, al lado de un ataúd, nos pidieron por WhatsApp que fuéramos de negro. Daniel y Daniela están locos, pero convencieron a todo el público de venir vestido de luto. ¡Qué divertido es esto!”
Este fue el mensaje que envié nada más terminar Normal, y creo que esa frase resume perfectamente lo que viví.
Normal es un monólogo en el que el público no solo observa, sino que se convierte en parte activa del escenario. Desde el principio, se nos asignan roles como vecinos, primos, amigos o conocidos, y el velorio se convierte en un espacio compartido. Los asistentes se sumergían en la obra, siendo invitados a participar con brindis, bailes y lecturas. Todo esto creó una atmósfera de complicidad y dinamismo que rompió con la solemnidad esperada para un velorio.
Daniela Camacho es una fuerza de la naturaleza en esta obra. Su energía es arrolladora, y su dominio escénico es de otro nivel. Es impresionante cómo logra saltar de momentos profundamente tristes a escenas cómicas con una agilidad impresionante. El ritmo que impone es tan sólido que nunca se pierde el hilo, nos tiene enganchados con lo que sucede en el escenario en cada momento, de inicio a fin.
El trabajo de Daniel es juguetón, irreverente y arriesgado, algo que ya se ha vuelto característico de Espectro Doméstico. Normal no es solo un monólogo sobre un velorio; es una obra que te invita a reflexionar sobre los vínculos familiares, el luto, las tradiciones y lo que no se dice.
Venas al Sur / Correo de Voz / Dirección: JonathanLondoño
Desde hace unos años sigo la carrera de Jonathan y su grupo Correo de voz con cariño y admiración. Su último estreno Venas al Sur es una obra que muestra la madurez que tienen como equipo y condensa sus recursos creativos en un estilo distintivo.
Venas al Sur es un monólogo en el que Yenny Buitrago, la actriz, nos invita a abrir nuestros corazones mientras ella comparte su historia de vida. Con su energía arrolladora, Yenny nos cuenta de su infancia, su familia, sus raíces en el sur de Bogotá, y cómo su madre juega un papel fundamental en todo lo que ella hace. A través de canciones, bailes, chistes y recuerdos, nos lleva por una travesía emocional, donde se celebra la vida a pesar de las adversidades.
Una de las partes más conmovedoras de la obra es la historia de la casa. Esta casa, que simboliza tanto la esperanza como el dolor, fue construida como un sueño en el último punto de Bogotá, literalmente, la última calle, y es testigo del crecimiento de la familia de la actriz/personaje y su separación definitiva y dolorosa. La casa se convierte en un personaje en sí misma, en la que se entrelazan los recuerdos familiares, los sueños rotos y la lucha constante por encontrar un lugar seguro. La obra puede leerse como un homenaje a las mujeres fuertes, esas que han pasado por todo sin perder la alegría, pero también es una reflexión sobre las estructuras familiares y sociales que definen nuestras vidas.
Venas al Sur nos recuerda la importancia de la memoria familiar y el orgullo de ser el resultado de tantas historias. El trabajo de Correo de voz nos invita a mirar de frente nuestras propias vidas, nuestras propias casas, nuestras propias luchas con resiliencia y sin olvidar lo que ha pasado.
Gracias, Yenny, por abrir las puertas de tu corazón y dejarnos al público con el nuestro en la mano.
Solo cosas maravillosas / Dirección: Tatán Doncel
Todavía me conmueve recordar esta obra.
La vi en un festival de monólogos (aunque no siento haber visto tantos en el año, en esta lista curiosamente hay 4). Fue una de esas experiencias que te sorprenden y te transforman cuando menos lo esperas. Llegué al teatro con cierto temor, imaginando que Solo cosas maravillosas, versión libre de Every Brilliant Thing de Duncan Macmillan, sería una obra densa y dolorosa. Sin embargo, en los primeros cinco minutos, ese miedo se disipó completamente.
Desde el principio, Tatán Doncel nos recibe en el escenario con una sonrisa cálida y un nerviosismo encantador. Con pequeñas indicaciones —repartiendo tarjetas al público para interactuar más adelante—, comienza a construir un espacio íntimo, seguro y acogedor, donde nos guía por la historia de un hombre cuya vida no ha sido fácil, pero que ha encontrado una manera profundamente humana de seguir adelante: celebrar las pequeñas maravillas de la vida: el sonido del plástico de burbujas, un helado, las montañas rusas, una canción que nos hace bailar, o simplemente la presencia de alguien que amas.
La obra conmueve hasta las lágrimas y, al mismo tiempo, te arranca sonrisas. Tiene una calidez y una honestidad que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias razones para seguir adelante. Las interacciones con el público no son un recurso añadido, sino parte esencial del viaje que propone. Los silencios están llenos de significado; las pausas y la música se integran de manera que cada elemento parece reforzar un mensaje claro: incluso en los momentos más oscuros, siempre hay algo brillante por descubrir.
No quiero revelar demasiado de la trama porque creo que lo mejor es vivir la experiencia de descubrirla, como me ocurrió a mí, pero puedo asegurarles algo: esta obra es un bálsamo para la tristeza, un recordatorio poderoso de que siempre podemos encontrar belleza en lo cotidiano, si estamos dispuestos a buscarla.
16% / Teatro la Concha y Entropía Teatro / Dirección: Jorge Zabaraín
El último monólogo de esta lista (lo prometo) llegó a mí de rebote, de casualidad, de sorpresa. 16% era una de las obras invitadas del Festival Internacional de Artes Vivas – FIAV, de la región Pacífico, y me dejó completamente conmovido.
El monólogo habla de la raza, de la herencia familiar, de cómo nos percibe el mundo y cómo esa visión externa nos afecta. Es el resultado de una investigación fascinante que, de frente, nos pregunta: ¿quién soy? ¿qué me conforma? ¿qué tanto de mí es una herencia? ¿qué tanto de mí viene en mi ADN?
Además de estas preguntas profundas, la obra tiene algo hermoso: la capacidad de poner en escena elementos imposibles. Casas en el aire, cometas que flotan en medio del teatro, pescar entre las nubes. Está llena de magia y creatividad, lograda con un montaje sencillo y sin muchas cosas en escena.
El uso del cuerpo y la voz de Eder Montaño es hipnótico. No me extiendo mucho en ello, pero no es poca cosa. Su presencia logra atraparte de principio a fin.
Es también un gran momento para invitar al público bogotano a dejar de mirar por encima del hombro al teatro de las regiones. Denle la oportunidad cuando lleguen a su ciudad. Podrían encontrarse verdaderos tesoros, como me pasó a mí con 16%.
Movimiento perpetuo / De Use-me Danza / Dirección: Luisa Camacho
Bueno, no todo es directamente teatro en esta lista, ya me van conociendo.
Movimiento Perpetuo, de De Use-me Danza, es una pieza que coquetea entre la danza y el teatro, moviéndose con gracia entre ambos lenguajes.
La obra aborda la migración como tema central. Tal vez sean los cuerpos en movimiento, los símbolos o esa magia de la danza que trasciende las palabras, pero esta pieza logra calar profundamente. En algún momento, sin darte cuenta, ya estás preocupado, asustado por lo que viene, reaccionando visceralmente ante lo que sucede frente a ti.
Movimiento Perpetuo no solo cuenta una historia; nos arrastra a vivirla. Como espectadores, no podemos quedarnos al margen: subimos a una balsa, cruzamos desiertos y junglas, enfrentamos fronteras, pedimos ayuda, nos llevamos a las mascotas y nos despedimos de quien podemos. Algunos lo hacen literalmente; todos lo hacemos desde nuestras emociones, atrapados por la propuesta de la obra.
La forma en que la danza logra convertir el movimiento en narrativa es genial, y aquí, ese movimiento se convierte en un reflejo de las vidas que migran; una mención especial a la manera en que trataron el tema, sin evadir sus conflictos y sin caer en un retrato de la miseria humana, el respeto con el que lo asumieron es palpable.
Lobo / Los Animistas / Dirección: Javier Gámez
Es una obra gigantesca. Desde el primer momento, las voces y la música en vivo invaden la escena con intensidad. Somos testigos de la historia de Roberto Wolf, un campesino que vivió en Villarrica durante la guerra, y desde allí atravesamos su vida, la de su familia, su comunidad y las luchas que enfrentaron para sobrevivir.
Los Animistas no se limitan a un solo estilo, sino que fusionan teatro de objetos, teatro Noh, danza y música en vivo. La escenografía y los vestuarios son preciosos, y la energía que despliegan es un derroche impresionante. La obra no solo se ve, se siente: el impacto físico de estar allí, en medio de tanto movimiento, música y emoción, es algo que solo las artes vivas pueden provocar.
Lobo es un espectáculo que desafía las fronteras entre lo real y lo onírico. Vale la pena vivirla.
Los autores materiales / La maldita vanidad / Dirección: Jorge Hugo Marín
Este año, La maldita vanidad celebra 15 años de trabajo continuo y, de todas las obras que han presentado (y que aún están en temporada), Los autores materiales me voló la cabeza.
La historia comienza con un evento irremediable en el apartamento que tres jóvenes comparten. Están aterrados, no han dormido, y en pleno shock, reciben a la mujer encargada de las labores domésticas. Pero ella no viene sola, trae consigo a su hijo pequeño. A partir de ahí, la obra nos sumerge en un juego doble: por un lado, el misterio de lo que ha ocurrido, y por otro, la lucha de los jóvenes por no ser descubiertos y mantener su coartada intacta.
Es una experiencia brutal. No solo porque nos convierten en cómplices directos de lo sucedido, sino porque también asumimos el rol de detectives. Pequeñas manchas de sangre, objetos fuera de lugar, elementos rotos o alterados… todo va revelándose poco a poco, como una bomba de relojería lista para estallar en cualquier momento. De todas las obras que reseño en este artículo, ninguna me mantuvo tan incómodo y tenso durante toda la función como esta, la intensidad con la que esta pieza nos envuelve es única y emocionante.
Bye bye Fabio / Casa Tinta y Regia Colectivo / Dirección: Daniel Ortiz y Federico Bautista.
Yo creo que todas las personas que vamos a teatro todavía tenemos un poco de fascinación infantil, el entrar a una sala sigue teniendo la sensación y esperanza de entrar a un mundo distinto, un lugar donde todo puede pasar, donde la imaginación es el límite.
Bye bye Fabio es una obra que hace eso posible, es toda una experiencia, al inicio, antes de empezar la obra, nos dan materiales e instrucciones para dibujar nuestros amigos imaginarios, mientras lo hacemos la musica encargada (Andrea Ceballos – El lenguaje de las Flórez) hace un concierto, y así, incluso antes de empezar la obra ya estamos en un salón lleno de personas desatando su imaginación.
Inicia la obra: la premisa es simple, pero ¡el formato es alucinante! Vemos a dos amigos imaginarios preparar la despedida de su niño quien vuelve al colegio, de primerazo ya entramos en el mundo de la imaginación al 100%, asunto que puede ser peligroso, porque ¿cómo retratar la imaginación en escena? Bueno, creo que Bye bye Fabio lo soluciona con una gran idea: la ilustración en vivo.
En el escenario siempre hay dos pantallas encendidas apoyando lo dicho o lo narrado, en una de ellas se transmite lo que Jorge Tukan está haciendo en una mesa al costado de la escena: mover ilustraciones, hacer collages, colocar personajes. Esto le da a la obra un mundo de posibilidades precioso, que se complementan con animaciones que interactúan con los interpretes, gracias a estos recursos entramos y salimos constantemente de mundos de caricatura, de collage, de animación, de fantasía, de televisión, esta obra va a todo lado velozmente, como la imaginación de un niño.
También cabe anotar que esto no sería posible sin Cande Gabriel e Isaac Barbosa, quienes son las personas encargadas de personificar a los amigos imaginarios y de derretir al público de ternura.
Que viva la ternura en el teatro y los espacios que te devuelven al mundo de la imaginación.
Me despido, con la esperanza de que este artículo y los demás de esta edición de Esto-vi motiven a quien los lee a seguir buscando nuevo teatro, a ir a las salas, a dejarse sorprender ¡Hay tanto teatro! Pero a veces se siente que hay muy poco público. De nuevo gracias por la invitación Kiosko Teatral y que el 2025 sea un maravilloso año para las artes escénicas.
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