Foto cortesía de Lucho Guzmán
Los pasos del payaso
Luis ‘Lucho’ Guzmán es un payaso que ha recorrido Colombia y otros países con el objetivo de alegrar a quienes pasan por situaciones difíciles. Con más de 25 años de trayectoria, su trabajo artístico ha permitido el desarrollo del nuevo circo en Bogotá.
Por Argenis Leal
Comunicadora social-periodista. Jefe de prensa, relacionista pública y periodista de cultura. Ganadora del premio de Periodismo Cultural para las artes 2017.
Serie de artículos del proyecto titulado Tras los pasos del nuevo circo, resultado de la Beca de Periodismo cultural y crítica de las artes de IDARTES 2021, categoría Arte Dramático. Artículos escritos entre octubre de 2021 y marzo de 2022.
El viaje hasta la oficina de Luis ‘Lucho’ Guzmán tomó varias horas, la distancia de Suba a los límites con Soacha es de 24 kilómetros y según google mapas, es un recorrido no superior a 30 minutos, pero teniendo en cuenta la congestión de las vías bogotanas me tomo más de tres horas atravesar la ciudad y llegar al Teatro el Ensueño, el nuevo escenario público de Idartes. Un espacio ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar que invita al disfrute de las artes escénicas; amplio, acogedor y con unas instalaciones dotadas de todos los recursos técnicos y humanos necesarios. Escenario que Lucho administra y por el cual ha colgado, temporalmente, los grandes zapatos de payaso que ha llevado puestos por más de 25 años.
“Estaba pensando en irme del país, la pandemia nos dejó en una situación muy difícil, mi esposa ya estaba en Estados Unidos. Pero hace unos meses me invitaron a la inauguración del teatro y me pidieron administrarlo, así que aquí estoy, regresé a mi tierra, a mi zona” afirma con una sonrisa de orgullo, mientras da indicaciones al personal de logística para la función de la noche. Ingresamos a una oficina ubicada en el tercer piso del teatro, con grandes ventanales que le permiten estar al tanto de todos y todo lo que sucede – ¿lo conocías? Me pregunta, – No, hace mucho no venía a esta parte de la ciudad- respondo, Entonces debes ver esto y me invita a seguirlo, mientras abre una puerta frente a su oficina que nos permite observar el escenario del teatro en todo su esplendor, el sonido melódico del ensayo de la orquesta sinfónica me acaricia como un susurro, es sobrecogedor.
Regresamos a la oficina e intentamos avanzar en este viaje, que aún no se ha dónde nos lleva, pero que estoy segura, será más grande de lo que imaginé: ¿Cómo surge el nuevo circo en Bogotá? y ¿Qué es el nuevo circo? Acudo a Guzmán, porque su historia está directamente vinculada con esta pregunta. Él es payaso, de padre tolimense y madre antioqueña, su familia por diferentes circunstancias de la vida, (violencia y desplazamiento principalmente), se radicó en Bogotá, exactamente en el barrio Lucero Alto de Ciudad Bolívar, pero Lucho nació en el barrio San Benito; estudió en un colegio distrital y después en el Sena. Aunque fue Circo Ciudad, con los malabares, los zapatos grandes, las acrobacias, las risas y por supuesto la nariz roja lo que realmente definió su futuro. “Me recuerdo pequeño haciendo una fonomímica de la canción copitas de mezcal. Yo fui payaso con mi abuelo, ahora que hago comedia y la estudio, entiendo que eso era lo que hacíamos, él murió hace más de tres años”.
A finales de agosto del 2018, nos cruzamos por casualidad en el terminal de trasporte, yo viajaba hacia el Tolima para despedir a mi abuelo, él viajaba a Santander a despedir el suyo, pero Lucho venia tarde, “Fui el único de la familia que no llegó, pero él sabía dónde estaba”. Estaba en Antigua Guatemala, tras la erupción del Volcán de Fuego, su objetivo, llevar momentos de alegría a aquellos que estaban pasando por situaciones difíciles a causa de la catástrofe natural. Desde el 2009, es parte de Payasos Sin Fronteras, una organización internacional sin ánimo de lucro que reúne a payasos del mundo para actuar en zonas de conflicto o emergentes. Más allá de conocer lugares y culturas, esta experiencia de voluntariado le ha permitido ponerse una meta, recorrer Colombia con sus historias, llevando risas a cada rincón.
Los discursos van cambiando a lo largo de la vida: “yo venía del circo contemporáneo, después pase al circo social, pero ahora pienso que el circo, es el circo” y ¿qué es el circo?, pregunto yo, “el circo es la reunión de los que no tienen espacio; de los que están en otro lugar, de los que no pertenecen; por ejemplo, un número de parada de manos, se puede acercar mucho a la danza, pero no es danza, tampoco es teatro, pero tampoco es deporte. Lo mismo pasaba hace mucho tiempo, cuando esto empezó, con personajes como la mujer barbuda o el hombre más alto del mundo, todos terminaban en el circo porque no cabían en ningún otro lugar” me aclara.
Circo Ciudad, se gesta en Ciudad Bolívar, con recursos económicos de la Unión Europea y la Alcaldía Local. Gabriel García, gestor cultural, convoca a Clarisa Ruiz, en ese momento directora de la ASAB, a ellos se suma Sonia Abaunza que venía de trabajar en Italia junto a Eugenio Buenaventura y mantenía un vínculo cercano con el Footsbarn Travelling Theatre en Francia, lugar donde surge de alguna manera esta idea de iniciar una escuela de circo en Bogotá. “Varios de esos artistas (del Footsbarn Travelling Theatre), habían estado trabajando con la localidad. Junto a Clarisa plantearon el proyecto y teatro Taller de Colombia administro el recurso. Todo inició en el 2001, teníamos un bus, un sueldo, sudaderas nuevas y hasta una camiseta que decía: por el derecho a la alegría, la cual porté muy orgulloso y aún la guardo, pero con el paso del tiempo, me di cuenta que ese es el problema de los proyectos sociales: nosotros, aquí, tristes, matándonos, esa visión de lo social, de pobrecitos, nos ha jugado en contra”.
Circo Ciudad convocó. Se presentaron más de 200 jóvenes de los cuales se seleccionaron 40, pero solo dos aún están en el país. Lucho era parte de Itabo Teatro, también llegaron los Locos del Rap y los de Menta negra, entre otros, todos se convirtieron en Circo Ciudad “seleccionaron a los que tenían experiencia, base cultural, pero esto también hizo que los procesos individuales desaparecieran” comenta.
Guzmán, desde 1990 ya andaba, como él dice: botando fuego y haciendo malabares, en la vida y el circo. Itabo teatro nace con el ‘parche’ del colegio, junto a Iván Ramírez y Elvis García “Elvis era uno de mis mejores amigos, pero lo mataron. (La sala de ensayos del teatro El Ensueño lleva su nombre, porque es nuestra responsabilidad no olvidarlo, no olvidar que murió por vivir acá, como a todos los jóvenes de Ciudad Bolívar que matan y desaparecen constantemente), ¡crecimos en un barrio muy candela! el circo y el arte fue lo que nos protegió a los que quedamos”. Al colegio, llegó un proyecto de la ASAB, un profesor de teatro, que les dio las primeras bases metodológicas “Cuando el proyecto se acabó, él seguía subiendo al barrio todos los domingos, para seguir ensayando, incluso nos presentamos en Cultura en Común con una obra que se llamaba Meñique y redoblante, era de títeres, pero también hacíamos teatro y sancos. En esa época también nos motivó un programa de Pirry donde el ‘man’ mostraba unos monociclos, nosotros decidimos armarnos unos. Después en un evento local tuvimos la oportunidad de conocer a la gente de Arte en todas partes, Juan David Villa y compañía, eran la élite del circo en ese momento, cuando los vimos nos dimos cuenta que había un montón de cosas por hacer”.
Circo Ciudad
El compromiso con Circo Ciudad fue 24 horas, siete días a la semana, era un proceso de formación en diferentes áreas circenses y teatrales, de la mano de reconocidas figuras de la escena local. Posteriormente les dieron una carpa de circo que ellos usaban como lugar de ensayo y presentaciones, era su segundo hogar. -En ese momento la felicidad- interpelo – hasta el sol de hoy- responde con nostalgia-. Desaparecieron del mundo por siete meses, las clases eran intensas, pero el resultado se vio rápidamente, el primer estreno fue en el Parque Nacional, la función era a las 3:00 p.m. pero la fila inicio a las 11:00 a.m. Húmedas Revelaciones con la dirección y dramaturgia de Juan Carlos Moyano. Tras el exitoso estreno, el paso del tiempo y la disminución de recursos económicos para el proyecto, la carpa se trasladó al parque el Tunal y el panorama cambió.
“Cuando llegamos al Tunal ya no había directora paga, todo empezó a tambalear. Veníamos de un proceso que a mi modo de ver fue dañino, de hacer funciones donde la gente se quedaba por fuera, los medios nos prestaban atención, pero al Tunal solo llegaban diez personas. Fuimos algo qué mostrar, pero nunca imaginaron que nosotros éramos gente seria, eso de las pandillas y la lealtad no surge de la nada, es la forma como aprendemos a sobrevivir, éramos gente unida. Si teníamos que bajar la carpa, todos lo hacíamos, eran otras dinámicas.” La relación y conexión con el otro, permitió que el proceso continuara adelante por un par de años, manteniendo una programación artística y pedagógica permanente. Pero finalmente aparecieron las empresas de espectáculos y compañías circenses que se convirtieron en un espacio para mostrar las habilidades adquiridas y sobre todo una fuente de ingresos económicos.
“Circo Ciudad, les dio una gran potencia a organizaciones como La Ventana Circo, Krash Espectáculos o la Gata Circo, los elencos de estas compañías en algún momento fueron o son chicos de Ciudad Bolívar. Somos los mismos con trajes diferentes. Somos los mismos en un restaurante o en un teatro. Pero el circo es más que un espectáculo, son procesos que inspiran, creo que inició aquí y se les debe mucho a estos artistas” afirma. Es así, como malabaristas, equilibristas, entre otros acróbatas se van, y los espectáculos que se habían concebido con una dramaturgia y narrativa alrededor de lo espectacular, una mezcla de técnicas de circo y teatro comenzaron a tambalear. Solo quedaron los payasos “Cuando llegué a Circo Ciudad empecé haciendo cuerda floja, pero me caí y me daba miedo. En una clase con Jorge Mario Escobar, de la compañía Rueda Roja, hicimos una improvisación y me sentí muy bien como payaso”.
Tiempo después el British Council trajo al país a Barnaby King, payaso, actor, maestro y director de teatro del grupo Yellow Belly, de Leeds de Inglaterra, autor del libro: Clowning as Social Performance in Colombia: Ridicule and Resistance. Una investigación etnográfica participativa que conlleva un análisis sobre el papel del payaso contemporáneo en Colombia. Vio a Lucho en función y lo invitó a participar en esta investigación y después “Me dijo que quería invitarme a una obra, pero que era en Inglaterra. El 31 de octubre del 2004 por primera vez en mi vida me monté en un avión, Bogotá – Londres, para hacer la primera versión de la obra Kilele de Felipe Vergara, la cual se estrenó allá, yo era el único actor colombiano”. Cuando regreso al país la obra se estrenó en el Teatro Varasanta de Bogotá, aunque nunca lo llamaron para retomar el personaje que había construido en Londres, pero esos dos meses de viaje y experiencias le dieron nuevas perspectivas y anhelos: “Fueron 17 horas de vuelo, 17 horas que cambiaron mi vida. Yo solo sabía decir – British Council invitation – y sacar una carta. Regresé estallado, ver cómo un teatro se convertía en una sala de ensayos, la tecnología, la forma de crear. Decidí que al regresar iba a dirigir la escuela de Circo Ciudad”.
La culminación del contrato con parques de la ciudad del IDRD en el 2009, fue el principio del fin para Guzmán en Circo Ciudad. A pesar del ingreso de nuevos rostros y el relevo generacional del proyecto, la carpa ubicada en el parque Timiza debía moverse de nuevo. En esta ocasión fue instalada el barrio Pio XXII, en el Centro Juan Bosco Obrero. En este espacio, también se integra el administrador y gestor local Rafael Velandia “él tenía claro cómo administrar la miseria, empezó hacer proyectos, éramos la excusa para conseguir dinero, pero dejó de pagarle a los artistas, solo se recibían honorarios por las presentaciones, el resto del trabajo era honoris causa”. Ese mismo año se vincula con Payasos Sin fronteras, viaja a Nueva York por un par de meses y al regresar, descubre que estaba por fuera de la junta directiva del proyecto al cual le había dedicado más de cinco años de su vida. “Me dolió mucho, pero pensé que era tiempo de hacer otras cosas, así que me fui sin pelear” reconoce.
Los rumores dicen que los últimos vestigios del proyecto, su historia, nombre y reputación terminaron archivados en un centro comunitario en el centro de la ciudad y la carpa fue vendida a la Organización Mundial para las Migraciones, entidad que posteriormente la donaría al centro Juan Bosco Obrero donde aún permanece.
La motivación
“Un día, uno encuentra lo que realmente lo emociona, a mí me parece una nota presentar mis espectáculos en grandes escenarios como el Jorge Eliecer Gaitán o el Teatro Colón, son experiencias increíbles, pero lo que más me apasiona es llegar donde otros no llegan, al barrio, al pueblo, no importa el lugar o lo lejos que esté” comenta el artista.
Entre rutinas cómicas y números de improvisación, pero siempre con la nariz y lo zapatos bien puestos continuó su vida. Después de su regreso de Nueva York y su primer acercamiento a Payasos Sin Fronteras crea en Colombia Pasos de Payaso. En el escenario: dos payasos y una payasa algo varonil, ella se convierte en objeto de deseo y causante de las más divertidas situaciones. Jóvenes, chicos y adultos ríen a carcajadas a su paso y acuden a verlos en salas de teatro o en canchas de fútbol de algún caserío en lo profundo del Casanare colombiano, los espectáculos son la excusa para adelantar acciones pedagógicas que buscan la trasformación social. Y aunque nunca ha parado de crear, en el 2015 decidió regresar a un salón de clase, fue parte de la primera promoción de la profesionalización de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, un programa de reconocimiento a los saberes de los artistas empíricos de la ciudad. “Éramos como la selección Colombia, mis compañeros eran lo mejor, Esmeralda Quintana de teatro Comunidad, gente del Teatro la Candelaria, Mauricio Galeano, ahora mi jefe, entre otros grandes artistas, fue tremendo”. Como resultado de esta indagación, años más tarde presentaría Ceniza.
¿Dónde se hace presente el nuevo circo?
La respuesta a esta pregunta se hace evidente en Ceniza, una puesta en escena donde la dramaturgia se narra a partir de técnicas de circo tradicional, en este caso el lenguaje del clown. La crea pensando en la resignificación de la muerte y la soledad, toca el tema del conflicto, porque a Lucho, como a muchos colombianos también lo ha tocado el conflicto armado y no se puede negar esta realidad. Es un relato triste, pero no es una tragedia, habla de la guerra, pero también hace reír, aunque, como él lo afirma “el trabajo de un payaso no es hacer reír, es crear emociones, es llevar al espectador a otro lugar”.
En noviembre de 2018, gracias al programa de Itinerancias Artísticas por Colombia del Ministerio de Cultura, llevó este unipersonal payaso a varias poblaciones del sur de Tolima. “Al principio fue muy difícil, aunque es una obra para un solo actor, la escenografía es inmensa, además se debe llevar todo: sonido, luces y hasta cámara de gas, porque en estas zonas no se encuentran muchas cosas y la idea es que el público se sienta como en un teatro de una gran ciudad”. Aunque seguía presentándose en canchas, coliseos y hasta en una caseta comunal, porque no había más infraestructura.
Sea en Colombia o en otro país, nunca faltan las preguntas: ¿Qué hacen?, ¿Por qué?, ¿De dónde son? ¿Para dónde van? ¿Quién los autorizó? La gestión de permisos es difícil y los tramites demorados “Casi perdemos la beca por un papel, en ocasiones pienso que a algunos funcionarios no les importa, pero siempre aparecen ángeles, personas que nos ayudan, que nos motivan. En una de las últimas funciones de la gira, en Ataco Tolima, teníamos la función a las tres de la tarde y estábamos a varias horas de distancia atascados en una trocha, pero logramos llegar. Como es una obra tan grande, yo siempre dedico un día al montaje técnico, pero en estas circunstancias todo debe quedar listo en una hora, los efectos, el sonido, la escenografía. En otro lugar nos tocó desmontar súper rápido, no nos permitieron quedarnos después de función por temas de seguridad. Me ha tocado hacer de todo, hasta salir en moto y hacer perifoneo, para que el público se entere, pero esto es lo que me apasiona”.
La gira paró, llegó la pandemia, pensó en irse del país, pero ahora es director de un gran teatro, sigue vistiendo de Jeans y gorra, la misma que había guardo en un cajón por miedo al estigma, recibe a los espectadores en la puerta, sus vecinos, los del barrio, su motivo e inspiración. Sigue convencido de generar un cambio social desde el arte. Los zapatos rojos y grandes los desempolva los fines de semana o cuando se presenta la oportunidad de presentar Ceniza y sus otros shows, el tiempo no le alcanza. “Yo no solo soy payaso en el escenario, yo creo en esto, soy payaso en todos los aspectos de mi vida”.
Lea los artículos enlazados al proyecto Tras los pasos del nuevo circo:
Cuando el circo llama. La Gata Cirko un destino inevitable
Excelente artículo
Genial. Excelente relato, los mejores deseos de Éxitos para Lucho. Compartimos bastante, desde que nació Circo Ciudad.